¿Por qué sólo un 10% de las empresas familiares españolas supera la tercera generación? ¿Qué hace a una empresa llegar al siglo, a los dos siglos y a veces más?  El secreto de su fórmula contiene mucho de saber separar empresa y familia, combinado con un elaborado plan de actuación en el que sus valores, y su ser y estar en el mundo son claros. Pero, sobre todo, la clave de la longevidad reside en ser capaz de reinventarse.

Qué hace que 70 % de las empresas de familia desaparezca en el pase de la primera a la segunda generación, porque se acaban o porque pasan a manos de terceros. Al 20 % le sucede lo mismo cuando llega a la tercera generación y 7 % logra arribar a la cuarta. Los datos más dramáticos muestran que solo el 3 por ciento de las sociedades familiares que superan la cuarta generación viven para contar la historia. Al parecer las empresas familiares son sensibles al entorno. Detectan los cambios y actúan en consecuencia.

Empresa Hoshi Ryokan, de 1.300 años

Japón es un modelo vivo de empresas longevas. Son, efectivamente, muchas las empresas japonesas que podemos llamar centenarias. Entre ellas, el grupo más nutrido lo conforman las empresas familiares trasmitidas, preservadas y desarrolladas a lo largo de muchas generaciones. Según una estadística, de un total cercano a los 1,24 millones de empresas familiares existentes en Japón, unas 20.000 cuentan con más de 100 años de historia. De ellas, cerca de 1.200 tienen más de dos siglos, 400 más de tres y unas 30 más de cinco. Se dice que siete de estas últimas han estado activas durante más de 1.000 años.

Estas empresas creen que el dinero es importante, pero que más importante que el dinero es encontrar la manera de llevar una vida laboral plena. Tanto es así, que los empleados sienten verdadero afecto por su empresa y sus empleadores. Los propietarios y administradores no piensan que la empresa sea un mero instrumento de obtener ganancias, y los empleados no la ven como el lugar de enfrentamiento.

El secreto de estas empresas es estar en contacto comprometido con la vida de la comunidad donde se localizan, ser empresas familiares y convivir con la cultura tradicional.

El primero de los requisitos es seguir una guía de acción y no perder jamás el rumbo, nunca olvidar cuáles son sus virtudes, y ellas son su máximo tesoro. La guía se plasma como recomendaciones o en otros casos se transmiten boca en boca y en secreto, de generación en generación. También se conserva esa guía mediante la transmisión de anécdotas, dichos y acciones de los primeros, o mantener algún tipo de acto que represente los valores en los cuales creían.

Pero lo que es cierto es que en las empresas centenarias hay unos valores en torno a los que la empresa gira.

El segundo secreto es que son administradas con una visión empresarial de largo plazo. Su condición de centenaria confiere a esa empresa un peso, una dignidad. Una empresa con 200 años de existencia se mueve a otros 200 años vista; la que ha llegado a los 500 años está pensado ya en los siguientes 500. Por consiguiente, sus fundamentos administrativos nunca consisten en dar prioridad a la ganancia inmediata, al lucro, sino en aspirar a una prolongada prosperidad.

Su prioridad es preservar el Noren, esa prosperidad sostenida. El noren es la cortina o toldo que protege la entrada de la tienda o negocio, pero como lleva impreso el logo de la compañía, ha pasado a representar su reputación o buen nombre. Existen expresiones como “manchar el noren”, que sería dañar la buena imagen de una empresa, lo cual hay que evitar por todos los medios.

Otro secreto es dar la máxima prioridad al cliente. No será necesario decir que las empresas, tanto las grandes como las chicas, se constituyen y perduran solo cuando disponen de una clientela. Se trata de no marearse con el afán de obtener ganancia, y aprender a renunciar en función de cuidar la clientela, ésta es una regla de oro en una empresa centenaria.

Y la empresa debe tener un carácter social. Es decir contribuir a lo público, como parte de su actividad empresarial.

Lo cierto es que las empresas centenarias perduran porque tienen un alto sentido de identidad. Forman parte de una entidad y se sienten parte activa de la organización.

Son tolerantes y valoran los nuevos proyectos. Saben delegar. Una empresa sin delegación no prospera.

Las empresas centenarias son conservadoras, no arriesgan capital. Acumulan fondos propios sin depender de préstamos.

Las empresas familiares cultivan su orgullo de pertenencia y les preocupa la supervivencia del negocio. La familia empresaria tiene pasión por el negocio, este valor es heredado de los padres y abuelos y transmitido a hijos y nietos.

La vocación de continuidad es valorada por la comunidad.

Hay una fuerte cohesión de grupo que se extiende a todos los colaboradores y allegados.

Los valores de la empresa se comparten. Se consideran transmisoras de un legado, y se perpetua de generación en generación

Las empresas familiares longevas por lo general pasaron de generación en generación manteniendo un negocio rentable y sostenible que supieron mantener en la esfera de la familia con una visión compartida. La visión es lo que la familia quiere que sea la empresa, y esto se transmite por generaciones.

La empresa familiar se asienta sobre los valores de la familia, estos existieron desde siempre.

Parte de esos valores son hacer tareas que beneficien a su zona geográfica, porque creen que así devuelven a la sociedad lo que han recibido. Los valores de las empresas centenarias se sostienen en unos principios inalterables, y estos se transmiten en su práctica diaria.

Casi todas las empresas longevas responden a los siguientes valores:  la honestidad, la credibilidad, el seguimiento de las leyes, la calidad en productos y actividades y la laboriosidad.

El compromiso total de los miembros de la familia por su negocio, los lleva a reunir todos sus esfuerzos para ser más competitivos y eficaces. Por eso no es en vano el viejo adagio popular “El ojo del amo engorda el caballo”. Lo importante de esta lección es que este amo este muy bien preparado para su participación en el negocio.

 

Funabashi Haruo: Shin Nihon eitaigura – kigyō eizoku no hōsoku, Nikkei Business Publications, Inc., 2003. Versión inglesa: Timeless Ventures – 32 Japanese Companies that Imbibed 8 Principles of Longevity, Tata McGrawhill, 2008.

Gallo y Amat, la empresa familiar.

Manuel Pavón, Modelos de gestión de la empresa familiar.