
Poblenou en Carnestoltes
Al horchatero centenario de Poblenou le gusta Carnaval, el protagonista de esta fiesta que lo pone todo al revés, es un rey de mucho brillo y corta vida, que comienza con todos los honores y termina en una fogata, convertido en cenizas. Este personaje grotesco y extraño, que durante unos días reparte juerga por todos los rincones, al que un día le dicen basta, y como dice el refrán no hay carnaval sin cuaresma, y todo vuelve a la normalidad.
Le gusta Carnaval, pero lo que de verdad le emociona es ver a todo el barrio y a sus entidades en plena faena. Porque esta fiesta une a Poblenou en un trabajo inmenso, donde ganamos todos. En Carnaval nadie se queda al margen: cada uno pone lo suyo, los colegios, los comerciantes, los artesanos, los artistas, los del grano de arena diario. En Carnaval le ganamos a la apatía del invierno que nos hace estar en casa, y allí vamos, ¡A las calles!
Su origen viene de las fiestas paganas en honor a Baco, el dios del vino, las saturnales y las lupercales romanas, o en honor del toro Apis en Egipto. Algunos historiadores dicen que los orígenes de esta festividad se remontan a las antiguas Sumeria y Egipto, hace más de 5000 años,luego se expandió por Europa y así se dispersó por América.
La palabra Carnaval proviene de carnevale, de carne (carne) y levare (quitar). Hace referencia a que es un período anterior a la abstinencia sexual y al ayuno propios de la Cuaresma. Aunque en la mayoría de poblaciones el nombre con el que es conocido este muñeco es Carnaval, hay un buen número de otras denominaciones locales. En Mataró, por ejemplo, la llaman Cascarilla, mientras que en Algaida y Mahón le dicen Camestortes y, en Sort, Requinquà. En diversas poblaciones gerundenses, como Cadaqués y Palafrugell al Carnaval le llaman Gori-Gori mientras que en las localidades leridanas de Torrefarrera y Lleida la llaman Pau Pi.
El muñeco es, en muchos pueblos, llamado “Rey” o “Su Majestad” porque se le considera Rey de los Informales, del desenfreno y la burla. El Rey tiene su compañera, la Reina, y este año tendrá el protagonismo que se merece, porque las mujeres también tienen derecho a la locura de poner la vida patas arriba.
La manera más sencilla de dar forma al Carnaval suele ser haciendo un muñeco espantapájaros. Este tipo de muñecos también se conocen genéricamente por “Tarlà”, y los romanos ya los llamaban “pilae”, de donde proviene la palabra castellano “pelele”.
En Manresa, el Carnaval nace de un gigante y, por votación popular se elige quién ha de ser su padre. En Rupit, el cuerpo del muñeco era un bote de vino lleno y, el día de la escenificación de la muerte del Carnaval es descabezado haciendo que el vino corriera como si fuera la sangre del personaje. En Berga, Carnaval no tiene forma humana sino que es más bien de tamaño gigante y debe ser llevado por varias personas.
Del muñeco Carnaval de la Barcelona de mediados del XIX Joan Amades dice: “… era formado por un ingenioso artificio, ideado y moldeado por el artista Joan Malagarriga, y tenía una bonita cara de cera con fisonomía sonriente, la cual le era cambiada por otra de aire tristón cuando enfermaba. Mueve fácilmente todas las articulaciones y gracias a un gracioso ingenio hasta simulaba fumar. Vestía del tiempo de Carlos III con sombrero de crisol y casaca. Durante el año, se mantenía embalado dentro una caja . “
En Vinaròs, desde 1983, es tradición que en Carnaval sea un gigante que termina incinerado por las llamas. En Caldes de Montbui el Carnaval es como una falla que exorciza satíricamente algún mal rollo local, o nacional.
En Mataró, Lleida, Vilanova y la Geltrú, Tarragona o Torelló, el Carnaval es encarnado por una persona de carne y hueso, y su compañera, la reina, y es una compañía teatral quien escenifica la farsa.
En Terrassa, Tarragona o Torelló hay un Carnaval de carne y un Carnaval muñeco pero sea como sea, el Carnaval tiene debe ser el centro de atención de la juerga, el rebelde, el que no se guarda nada, el políticamente incorrecto, el rey de las transgresiones.
El protagonista llega al pueblo el Jueves Lardero junto a sus secuaces, unos impresentables como él, quienes decretan el inicio del reinado burlesco, libertino e incitan a ponerlo todo al revés de lo esperado. Una vez al año se tira la casa por la ventana, y nosotros con ella.
El Carnaval es bienvenido con bailes, comidas, carrozas, disfraces, y mucha fiesta. El domingo es la apoteosis, Carnaval preside las carrozas, recibe los honores correspondientes, pero a partir de entonces, sin embargo, se convierte en el culpable de todos los males de la comunidad, y de sus excesos. Será juzgado públicamente, condenado a muerte el Martes de Carnaval y enterrado al día siguiente, el miércoles de ceniza con una multitud de almas dolientes que saludan a su Rey y a su Reina, aunque no dudarán en quemarlo. Pero para que el año que viene renazca se guarda una parte de su cuerpo, porque los malos ejemplos no mueren para siempre. Y vuelven para darnos la oportunidad
En muchas ciudades catalanas Carnaval llega el jueves o viernes con forma de muñeco o como disfrazado para dar comienzo a la festividad. Carnaval recorre la población y pronuncia su pregón satírico y se carga a cuanta entidad, político, o personaje importante se lo merece. Carnaval lee su sermón, en versos rimados, y carga su artillería contra los poderes, sin piedad. Pero en esta fiesta loca todo está permitido, y luego será perdonado.
El desfile de las comparsas y la chispa de los disfraces que se lucen en las carrozas, hacen olvidar los agravios de este rey que tiene la gracia de decir lo que se le cruza por la cabeza y no todo lo que dice son desvaríos, piensa el anciano horchatero de Poblenou.
El carnestoltes a Barcelona, Joan Amades.
Manel Carrera i Escudé
Cultura popular de Barcelona. Barcelona: Institut de Cultura de Barcelona Web
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Roger Costa