El horchatero se hace preguntas de tienda centenaria: ¿De dónde le viene a Poblenou tanta energía? ¿Porque tiene una identidad tan fuerte? ¿Porqué es único? ¿Porqué los vecinos quieren vivir aquí? ¿Porqué en las fiestas populares cada vecino aporta su tiempo y su creatividad? ¿Porqué vienen los turistas a hacer vida de barrio? Como hace tanto tiempo que se pregunta estas cosas va encontrando algunas respuestas. Y cada día surgen más. Influye la trajinada y heroica historia del barrio, el ejemplo de grandes luchas y empresas fuertes, las asociaciones, el lugar privilegiado y el hecho de que muchos vecinos viven y trabajan aquí. Casi todos los comerciantes tienen orgullo de pertenencia, no están en Poblenou, son del barrio. Estas tiendas no aterrizaron con grandes capitales ni se instalaron en grandes superficies ni a punta de publicidad ganaron clientes, sino que se gestaron paso a paso como las vidas de cada uno de nosotros, los poblenovinos y poblenovinas. Hay un verdadero comercio de proximidad, porque la gente es cercana, no porque lo decrete ningún urbanista ni planificador. Primero y antes que nada, Poblenou es un barrio, luego un espacio comercial, donde muchos se conocen y no de un día. Comercio y vecinos son parte de lo mismo: Si te quedas sin champú la perfumería del barrio sabe cuál es el que gastas, y en todo caso te recomendará uno mejor y a mejor precio. Con afecto incluido y preguntas sobre la familia, nos conocemos todos. Que tienes visitas, pues, en la esquina venden unas pastas italianas deliciosas, y también la señora que atiende te dice cómo puedes hacerlas. Se intercambia de todo, ideas, cariño y conocimientos. Y esta es la cultura de Poblenou, un poso que se fue construyendo por generaciones. El Tío Ché piensa en la horchatería y es eso: el lugar de compartir familiaridades. Todos somos hijos del barrio, hemos tomado la misma horchata bisabuelos, abuelos, padres, hijos, nietos y bisnietos. Esto es comercio de proximidad. Esto es comercio de familiaridad. Esta es la base de la prosperidad real. Lo demás es ocupación barrial y no garantiza permanencia. El anciano horchatero dice que este comercio está basado en la credibilidad. Una confianza de verte siempre, porque Poblenou también es infancia. Y como es lógico, nadie quiere irse de casa, así que lo que queda es mejorar. O a quién le agrada coger el coche y salir a buscar a las grandes superficies, a las tiendas del centro, a otros sitios de compra. Según Jorge Galindo, en Comercio proximidad y habitabilidad, Ciudad Viva: “La proximidad no solo es relativa al tiempo que tardamos en llegar al comercio y volver del mismo, sino también al tipo de producto. En román paladín, nadie va a coger el coche para ir a comprar el pan o el periódico del domingo a no ser que viva realmente aislado. Sin embargo, muchos

de nosotros tendemos a ignorar las (pocas ya) tiendas de ropa más o menos viejas o tradicionales que quedan en nuestros barrios para ir al centro, o a algún barrio de moda, aún a costa del tiempo invertido. La presencia de comercio de proximidad de calidad, así como de otro de menor peso en la proximidad que atrae a personas de fuera del barrio (por ejemplo, tiendas de diseñadores de ropa jóvenes o alternativos, o tiendas de vino y gourmet), es ahora un factor que atrae más población (densidad) y nivel de renta: yo, ciudadano, tendré en cuenta entre los factores para elegir dónde vivir el hecho de disponer de este tipo de comercio, y lo tendré más en cuenta a mayor sea mi nivel educativo, por cierto, según muestran los estudios”. El horchatero se pregunta cuál es el verdadero valor del comercio cercano o de proximidad, como lo llaman, y sin dudarlo cree que es un comercio con alma, donde cada compra y cada venta fortalece algún vínculo donde todos ganan: tiempo, relaciones, calidad, permanencia y redes sólidas que hacen atractivo el lugar. Él, desde su esquina de servidor, sabe que esto es verdad, que también esto hace al sabor de sus horchatas.