
Entre horchatas y Mamelles
El horchatero advirtió una movida extraña para un sábado por la tarde: Rotonda, frente a la horchatería. Traían unas guitarras, los bajos, las grallas, los micros, sonido, vecinos curiosos y otros que, al parecer, se sabían el plan porque venían con unas camisetas granate con logo. También vio que al equipo de la horchatería se le había dado por lo mismo pero con atuendo de negro. Hasta Cristina, la peque
de la sexta generación lucía su camiseta con logo del disco de Les Mamelles de la Vibria. Luego vio caras conocidas y sintió emoción tras su fachada de nino: Hoy toca bailar, se dijo. Y si hay algo que le maravilla es ver a los vecinos hacer barrio. Mientras eso suceda, Poblenou mantendrá el alma.

Conciertazo en la horchatería
Con lo que le gusta Xemeneies vora el mar, un clásico y casi un himno de Poblenou, la canción que compusieron Lluisa Vandellós y Ferrán Otto, cantautores y músicos de verdad. A El Tío Che también le hace gracia la canción M’Estarrufo, la historia del dragón imponente que adora el olor a pólvora y las tracas, que siempre tiene ganas de bailar y quemar lo que se le presente. Pues, cosas de dragones que la gente común no entiende. Pero lo que más le gusta de esta peña es que donde se los llama vienen, montan su tinglado y comienza el concierto, solidarios como pocos, generosos de imitar. Y eso suena tan bien como la mejor de las canciones.
El sábado 26 fue para Les Mamelles el día de acción de gracias vecinal. A quien puso diez euros, o cien, les dio igual. Lo importante fue dar las gracias a cada uno de estos micromecenas, toda gente de alma ancha, por quienes pudieron hacer su primer disco. Desde la plataforma Verkami se organizaron y lograron en tiempos más que difíciles vencer el escepticismo y cruzar hacia la acera del todo es posible. Y esto no es nada, ahora dicen que van a por más, pero que es una sorpresa.
Para obtener patrocinios se convocó online, la gente participó porque vieron allí una buena causa y en cuarenta días se pudo grabar ese disco tan deseado. El sábado 26 bailaron los niños, iaios y iaias, los amigos y los guiris. El sábado Poblenou volvió a hacernos sentir que vivimos en el lugar más feliz de la tierra, a pesar de los pesares, el más feliz. El Tío Che no quiere decirlo mucho, es prudente, y cree que es mejor demostrarlo con hechos que tanto pregón. Y en ello está, hace 102 años.