El comercio de proximidad es único. En una batalla desigual con las grandes superficies sus banderas son una oferta especializada y un trato personal, casi familiar. Los dueños de las tiendas de barrio conocen nuestros gustos, y nos asesoran en un plis plas.

Quizás el comercio del barrio no ofrezca grandes ofertas, o un menú de grandes marcas pero su proximidad, cercanía de trato o identidad son ventajas que lo mantienen competitivo.

Qué más puedes pedir cuando el charcutero te recomienda un queso mejor que el que llevaste la semana pasada. O cuando te ofrecen un vestido que sentará de maravillas, porque conocen tu estilo, tu talla, y tu historial de compras. O cuando el librero de toda la vida te comenta sobre un autor que vienes siguiendo sin tregua ni pausa.  El comercio de proximidad es esencial para estructurar el territorio, y es en torno a ellos donde se traban las relaciones de vecindad y se crea el sentimiento de pertenencia al tejido urbano.

El pequeño comercio, sin dudas, mantiene valores diferenciales.  Y parecería que en España, los poderes públicos por fin toman en cuenta, en términos generales, el interés de crear una verdadera política coherente y global en materia de urbanismo, con vistas a promover una ciudad más cercana a sus habitantes y más acorde con las necesidades de nuestras sociedades. Pero muchos comercios de proximidad se han perdido en el camino. Quién duda que el pequeño comercio fomenta la actividad emprendedora de pequeños empresarios y autónomos, y genera miles de empleos dentro de los barrios donde se radican, contribuyendo de esta forma a la riqueza y la recuperación local.

Según El País, “Los comercios mejoran el barrio y ponen a disposición de los vecinos mercancía de productores locales. Los pequeños comerciantes conocen de primera mano a estos productores, lo que ofrece una garantía de calidad añadida. Los comercios animan y dan vida a los barrios, generando tráfico peatonal en las ciudades y pueblos. Pasear por las calles de tu barrio encontrando a cada paso lo que necesitas es un lujo que deberíamos valorar.

No hay nada más triste que pasar por una zona que antes estaba llena de vida gracias a la actividad comercial y que hoy está desierta tras el cierre de establecimientos. Además, el comercio local contribuye a la seguridad en nuestras calles, manteniéndolas iluminadas día y noche, y evitan la degradación de los barrios”. El comercio de proximidad constituye, al parecer, la forma ideal para mantener la vida en los centros y los barrios, aun cuando quienes lo reclaman también frecuentan los grandes centros comerciales más alejados. El comercio de barrio es el que conocemos de toda la vida. Detrás del mostrador hay gente que conocemos, vecinos y familias que llevan adelante el negocio desde hace varias generaciones. Esas personas llaman a los clientes por sus nombres y se desviven por ofrecer siempre lo mejor.

Y a su vez, el  cliente del pequeño comercio también valora el valor añadido. En las rebajas, la zapatería de barrio informa y ofrece a sus clientes habituales que bajará precios y que ellos tendrán un par de días antes de abrir a todo el mundo. Además no solo te vendo un zapato, sino que te recomiendo cuál te irá mejor en función de tu pisada, si sales a correr o de tu altura y peso si tienes que pasar muchas horas de pie. Si lo puede hacer una gran superficie, por qué no lo puede hacer el pequeño comercio.

Por último hay que tener en cuenta la cercanía. El pequeño comercio se nutre de una base de clientes que están en su entorno. Si además logramos crearnos una buena reputación, una marca como local, iremos ampliando poco a poco dicha base de clientes. Pero no por ello tenemos que perder la cercanía. Entrar y que sepas como te llamas, que conozcan tu talla de pantalón o tu número de pie… como tomas el café o qué tapa te gusta más. Son cosas muy sencillas, pero que hacen que tus clientes vuelvan una y otra vez.

El pequeño comercio contribuye a humanizar las ciudades donde las compras cada vez son más un proceso fugaz, las tiendas de barrio ofrecen un trato cercano y dinamiza la economía local, pero eso no es obstáculo para que el consumidor pueda apostar por el comercio online.

De hecho, los propietarios de tiendas en Internet cada vez buscan más que el cliente se sienta como si estuviera en la tienda de la esquina. ¿La razón? Antaño eran un negocio familiar a la vieja usanza y han sabido trasladar esa cercanía y el trato que dispensaban a sus clientes a la red. ¿Pero tu crees que Amazon te mimará como tu tienda de barrio? El correo que te trae la compra sólo te pide una firma, y tu número de documento. Buenos días y buenas tardes, muchas gracias y hasta la próxima.

Trazar el perfil del cliente en la actualidad es complicado porque se ha convertido en un superviviente y ahora más que nunca busca: buen trato, buenos precios y mejor servicio. Y además, nuestros hábitos han cambiado. Queremos productos de cercanía, tomates de Valencia, horchata de Denominación de Origen Alboraya, espárragos de Navarra, aceite de oliva catalán, y calabacines bio. Ya sabemos que si consumimos lo cercano comemos más ecológico, y respetamos al planeta. Y no sólo eso, ayudamos a que la gente de cada lugar se quede allí, y pueda vivir de lo que produce.

Afortunadamente cada vez somos mas conscientes de lo que consumimos, a quién le compramos, dónde lo hacemos, y pensamos no sólo desde lo económico pequeño, sino como concepto más amplio: economía también es adquirir hábitos de cuidado hacia nuestros vecinos, nuestro barrio, así nuestras ciudades serán acogedoras y más humanas.