¿Qué espera el horchatero para el 2017?
El horchatero se dispone a despedir el año número 104. Y hace balance, como siempre, aunque diciembre lo confunde. Diciembre le trae un chute de optimismo que no le deja ver con claridad. Porque diciembre es diferente, el barrio tiene una luz diferente, los vecinos se reúnen, se encuentran, comentan, comparten. Diciembre es el mes de ser mejores. Parece que no sólo es en su esquina, la de la centenaria horchatería de Poblenou, ni en su barrio, porque los fines de año se celebran en casi todo el mundo, y el sentido es más o menos el mismo: conjurar los malos días del año que se va e invocar a todos los dioses y musas para que el venidero mire muy bien por dónde irá. Así es como los romanos, a enero lo nombraron como al Dios Jano y el día 1 en especial, era el día de las entradas y los comienzos. Jano, tenía dos caras, una que miraba hacia adelante, otra hacia atrás. Aunque desde siempre los fines y los comienzos de años tienen dos caras, están cargados de cuentas de resultado y anhelos de superación, de mejora, y de una exagerada dosis de fe y optimismo para ahuyentar lo negativo.
Es curioso porque cada país tiene sus propias rituales para atraer a la suerte, es como si en nuestro cerebro ya estuviera grabado que el comienzo de año trae un nuevo ciclo renovador. El día uno de enero nos despertamos con la fantasía del libro en blanco y todo por venir.
Los coreanos se pasan toda la noche despiertos e iluminan las casas con velas, para desafiar a la leyenda: Quedarse dormido en noche vieja significa amanecer con las cejas blancas. ¡Vaya castigo!
Los griegos juegan a las cartas o dados para despedir el año. Quien gane tendrá suerte todo el año.

Quema de Judas
En México, Perú y Venezuela se construyen muñecos con trapos viejos y se los rellena de pólvora. A medianoche explotará el muñeco y de este modo se liberará todo el karma del año que se va, se le llama la quema del Judas.
A los alemanes y austríacos también se les da por quemar: Con la llama de una vela queman una barra de plomo hasta que se funda, según la forma que adopte será el devenir del año que inicia. A este ritual se llama Bleigieben.
Las mujeres filipinas dicen que los topos de sus vestidos son como monedas que van a atraer la buena fortuna y la salud para el próximo año. El vestido, tendrá un bolsillo que estará lleno de monedas y las mujeres lo harán sonar para atraer todo lo bueno. ¿Te imaginas el mareo que provoca la ilusión óptica de tanto topo?
Los daneses son más contundentes: Reciben el año nuevo rompiendo platos , según ellos romper un plato contra la pared de un familiar o un amigo augura buenos deseos y hará fuerte la relación, además se salta desde una silla a las doce en punto para alejar los malos espíritus.
En Polonia la cosa va más suave: Comienzan el año con una prenda interior roja tan nueva que debe llevar la etiqueta, para que el año entrante nos traiga amor.
Los turcos tras la última campanada abren los grifos de la casa y el agua que corre es la acción que traerá un nuevo año de salud y riqueza.
En Angola después de la media noche del Año nuevo nadie sale a la calle porque los malos espíritus se apoderan de las calles.
En las mesas italianas no faltan las lentejas, y las limpiezas de casa para desprenderse de todo lo viejo, así el año nuevo se deshace de los problemas del año anterior.
Los franceses se besan bajo el muérdago, esto asegura un año próspero, amoroso y saludable. Si una pareja lo hace seguro hay boda.

Japón y su ceremonia
En Japón siguiendo la tradición budista se dan 108 campanadas para alejar los 108 pecados terrenales, sin ellos se recibirá el año nuevo con el alma purificada.
Además, para completar el ritual, es necesario envolverse en el humo del incienso encendido para la celebración, y rezar dando tres palmadas. Año Nuevo es la oportunidad para empezar de cero en todos los sentidos. ‘bonenkai’ es el sentido de la fiesta donde se busca dejar atrás todos los problemas y preocupaciones, olvidar los malos ratos del pasado y mirar al futuro con optimismo.
El amanecer del día 1 se contempla con especial respeto al considerarse como un símbolo del nuevo año que llega. El resto del día se vive tranquilamente y sin preocupaciones.
En Brasil se despide el año vestido de blanco y en la playa, donde los grupos de amigos y familiares se reúnen para echar flores al mar. Los más supersticiosos recomiendan, además, saltar siete veces encima de las olas y pedir un deseo.
El horchatero, desde su esquina de cada día, os desea que todos vuestros deseos se cumplan, y quiere pediros que incluyáis uno en su nombre: Que el barrio mantenga por siempre su encanto, su memoria, la cercanía y la amistad.