El Tío Che recuerda la vida del barrio

Fábrica Ca L’Aranyo

 El Tío Che hace memoria. Los días del trabajador tienen para él el valor del reconocimiento. Cuando llegó al barrio hace tanto tiempo, siempre venía algún cliente amigo que tenía algo que decir sobre la historia reciente del barrio. La de ellos, la de sus abuelos, y bisabuelos. Le gustaba escuchar. Se daba ánimos para seguir fiel a su sueño en esto de dar sabor a Poblenou.

Hoy más que nunca quiere recordar. Porque necesita respirar optimismo, ya sabe que detrás de las nubes brilla el sol. Y agradece la evolución, pese a todo. Siente la fuerza de aquellos vecinos de Poble Nou de los talleres pequeños, y aquellos que trabajaban en las grandes industrias. ¡Vaya vida aquella! De casas precarias, destartaladas, de enfermedades sin retorno, de tropezar en las calles sin luz, y del frío que no dejaba dormir. Y ese eterno humo de las chimeneas de las fábricas que quemaba los ojos y las gargantas. De forzoso a pie, el transporte era un proyecto todavía, y luego las larguísimas horas de trabajo que se tragaban a niños, mujeres y hombres. Estos mismos que tuvieron tiempo de pensar en los demás y conquistaron las ayudas para la enfermedad, la invalidez, las vacaciones y la jubilación. Con mala comida y sin escuelas.  La gente de LLacuna, el Taulat, la Plata, Trullas, La França Xica, El Cementiri, Pequin y el Somorrostro.  Como dice Xavier Benguerel escritor nuestro: A las nueve o a las diez de la noche aquellas criaturas salían como un rebaño de su corral. Sucias, exhaustas, como sonámbulas. La mayoría enfilaba el camino de Pequin o de la Marbella, residencias poéticas entre cloacas y arenales de la playa. ( Icaria, Icaria)

antigua fabrica macosaHoy más que nunca, El Tío Che, horchatero de Poblenou desde su esquina de cada día,  quiere rendir un homenaje a aquellos que ya no están, trabajadores del Manchester catalán,  las fábricas de la avenida Icaria, como la Tenería Barcelonesa, y el Gas Lebón. Los almacenes Crédito Docks, las fábricas de aguardientes Martini & Rossi y Can Bardina, las harineras como el Progreso Folch y Albiñana, La Perfección y Can Gili. Can Rocamora fábrica de jabón y velas, los trabajadores de Escofet, Macosa, Vidriería Vilella o Papelera Godó. Y los que hacían los hilos y telas en Ca l’Araño, Can Felipa, Can Saladrigas, la Escocesa, Car Ricart, el Canem, Torello, Can Janas, Muntadas, Casas i Jover, Can Forasté Juncadella o Ferrer I Vidal. Y los de los cubiertos que todos usamos todavía, Can Culleres-Platería Rivero, Los de Hispano Olivetti, Pegaso, Enasa o Montesa. Los metalúrgicos de Can Girona, Can Torras i Rivière, los químicos y los de la alimentación como Chocolates Amatller, Olis Basseda, los de los talleres pequeños, y los de las grandes industrias.

Pero también quiere recordar a todos aquellos que tuvieron un sueño y dejaron todo para conseguirlo. A todos los comerciantes del barrio, trabajadores incansables, tataranietos, bisnietos, nietos e hijos también de trabajadores incansables. Recordarlos da energía nueva.