El horchatero centenario de Poblenou celebra que no estamos amurallados como en 1780 sino tendríamos prohibidas las fogatas. Y cómo espantar los fantasmas sin ese fuego que nos enciende a todos, que nos hace dejar allí lo feo, lo malo y lo negro de todo el año. Ese fuego que nos hace nuevos, como si recién naciéramos. Ese fuego que nos da permiso para soltarnos. Para ser lo que queremos ser. Quién no ha salido a buscar ramas para la hoguera. Porque Sant Joan es una de las fiestas más celebradas en Catalunya y nadie pudo apagar sus llamas. Desde la Edad Media sigue incendiando nuestros deseos de desmadejarnos por unas horas, una vez al año, como si fuera el último día y la noche final. Y ya nos dirás cuánto psicólogo te ahorras en una sola noche de locura autorizada y libre de pecados. Este año, el horchatero centenario de la horchatería El Tío Che volverá a la fogata y dejará caer en las llamas lo que hay que borrar, porque este año no anduvimos de rositas.

Noche de brujas como ninguna, según Joan Amades, hay que saltarse el fuego siete veces: tres de un lado, cuatro del otro de este modo vivirás todo el año, y es cuestión de repetir el ritual cada año,  aunque todavía no vemos a nadie eterno.

Girar siete veces la hoguera cura el dolor de cabeza. Si cuando se está saltando al fuego se arroja una trenza hecha con flores o cintas de colores a la persona amada y la recoge antes de que caiga, habrá felicidad entre ambos y abundancia para hacer buenos viajes a lugares lejanos en caso de que te agobie. Y si el fuego limpia el agua despeja, y abre las puertas para reiniciar, así que bebe rocío al despuntar el alba, o báñate en los estanques, en el río o en el mar, pero hazlo, y si encuentras una fuente, no te pierdas su agua. Y en caso de no encontrar ninguna, e insistes con casarte, busca dónde lavarte la cara cuando sean las doce de la noche, y sabrás con quién compartirás casa, cama, comida, alegrías y sinsabores. Si quieres profundizar y saber a qué se va a dedicar el hombre de tus sueños, porque de amor no se vive, puedes lanzar una clara de huevo dentro de un vaso con el agua.  Al amanecer tendrás la respuesta.

Las hierbas aromáticas también son protagonistas de la noche mágica del año:  En el medio rural se hacía una cruz que se colgaba en la pared fuera de casa, para que no vengan los demonios, y las verrugas se curaban con helechos, esta noche puede ahuyentarlo todo, hasta la buena suerte, si te pasas de listo con las hierbas. Muy importante es respetar las recetas al pie de la letra, el único problema es cada brujillo con su librillo. Pero si te has equivocado, no importa porque das siete vueltas alrededor del árbol y te curas de los excesos de hierbas. Dicen las “haylas” que ir al bosque y subirte a un árbol en Sant Joan puede traerte la muerte, quién sabe qué se esconde tras la fronda de un árbol nocturno (especialmente si te subes a una rama quebrada y con unas copas de más).  Lo de las hierbas es cosa seria en nuestras comarcas. Hasta el punto que los herbolarios y vendedores de hierbas dicen que si la hierba fue recolectada en Sant Joan tiene poderes amplificados. Parece que el mayor grado de insolación potencia las bondades de las hierbas medicinales. Para esta noche no pueden faltar el

HIerba de Sant Joan

romero, la ruda, el hipérico o hierba de Sant Joan, la artemisa, la verbena, la salvia, y la lavanda. El hipérico en junio tiene la flor con el máximo de principios activos para fabricar el oli de cop, o aceite de Sant Joan.  Tan bueno es que se dice que quien tiene oli de cop no necesita ni médico ni doctor. Desde la antigüedad el hipérico se considera una planta mágica. Fue utilizada para ahuyentar demonios y malos espíritus por lo que se ponían plantas en diferentes lugares de la casa. En la Edad media se utilizaba para la locura, y los trastornos emocionales por lo que se llamaba hierba de brujas. Dicen que en la noche de Sant Joan hay un helecho que  elimina un polvo de oro, que se debe recoger con un pañuelo blanco. El que lo consiga parece que será afortunado. Hay que verlo para creerlo.

En Collbató decían que en Sant Joan salía de las cuevas de salitre el Marmajor, coco robador de niños. En la recopilación de Juan de Dios Prados y María Padilla hay personajes con raíces en la Cataluña Central y tan fascinantes como el Marmajor, un velador ciclópeo que, según la leyenda, vive en Montserrat. «Se dice que en la montaña hay una ciudad», apunta el escritor: «la ciudad invertida de Cascanueces». El Marmajor da miedo sólo de mirar porque en la cara sólo tiene un ojo, pero «lejos de ser un ente malvado, es un primitivo incomprendido regido por emociones básicas». Y según los habitantes de Sant Quintí de Mediona la noche de Sant Joan aparecía un becerro de oro, pero si te acercabas desaparecía. Y si, imagínate que no hay oro para toda la peña. De a uno por vez. En el Pedraforca se hace la reunión de las brujas CEO, de las top, allí se reúnen, y vete tú a saber qué deciden en sus aquelarres, a juzgar por cómo está el patio, mejor no imaginarse. (Por eso es mejor no tener enemigos) Pero las brujas nuevas deben estar a resguardo, especialmente porque dicen que el diablo les cambia el corazón de lado para que se hagan malas, sino en cualquier momento, en el medio del propósito negativo les da el arrepentimiento y la culpa y se dedican a paz y amor y eso no honra al oficio. ¿Porque cuándo se ha visto una bruja buena?

Los romanos, que se las sabían todas, salían al campo a recoger la verbena, hierba sanadora. Esta noche la verbena se potenciaba, y traía pasta y suerte. Tanta suerte trajo que la fiesta de Sant Joan continúa por siglos. De pasta no damos fe.  La noche de Sant Joan recuerda a la fiesta de Palas romana, se endiosaba al fuego y las aguas y hierbas tenían virtudes y se encendía el fuego y , según Ovidio, la gente saltaba tres veces, y la dicha sea con vosotros, hermanos y hermanas. El mismo Ovidio relata que el día de la fiesta de Palas, dos pastores, entreteniéndose rascando dos trozos de madera de higuera puntiagudos, hicieron saltar una chispa, y así fue descubierto el fuego, que fue dedicó a la diosa y tomó sentido ritual y sagrado. Probablemente, en la antigüedad, los fuegos de Sant Joan se encenderían de una forma ritual y ceremonial. Dice Joan Amades que el cristianismo no pudo apagar las hogueras, pese a su resistencia a las fiestas paganas. En la Edad Media se encendían hogueras y se hacían procesiones en el campo con antorchas para purificar el aire, para que sean abundantes las cosechas. En Girona además, se coronaba la hoguera con un muñeco que era inmolada con el resto de la hoguera. Y ya puestos a quemarlo todo, no puede faltar la pirotecnia. Bengalas, huevos de dragón, gira suelos,

Flama del Canigo

bombetas, cohetes, tracas y petardos porque esta noche nos desmadramos con olor a pólvora.Y en medio de tanta parafernalia, hay otro fuego, el de la llama del Canigó, que en una noche recorre todos los pueblos catalanes, sin dejar un sólo rincón sin visitar y encender, hasta llegar a la plaza Sant Jaume donde fuego, música, cocas, Gegants, Aliga, diables marcan el comienzo de  Sant Joan, y que siga la fiesta

Este es el deseo del anciano horchatero, que lleva más de un siglo avivando el fuego del cariño  en  el barrio de Poblenou.

 

Bibliografia bàsica.
«Costumari català. El curs de l’any». Volum IV L’Estiu. Joan Amades. Salvat Editores. Barcelona, 1984. ISBN 84-345-3677-3.