A veces el horchatero de Poblenou sale de su esquina y se va a ver el mar. Los niños dicen haberlo visto recorrer la playa cuando el sol hace una mancha roja sobre el agua.

Playa Bogatell, comienzos XX

Playa Bogatell, comienzos XX

Parece mentira se dice. Creemos que la playa siempre fue igual. Pero la naturaleza y las personas damos tantas vueltas en la vida y en los siglos que lo que parece de toda la vida no existía antes. Por ejemplo el mar: en algunos siglos se acercaba a la costa, en otros se retiraba y en esos viajes él y nosotros nos íbamos acomodando. A veces a vivir en medio de lagunas a veces a tener el mar muy cerca de casa.

En el siglo VII entre la montaña y la colina llamada Taber, hoy calle Paradis, alejada de la franja costera actual,  una pequeña bahía permitía la entrada del mar hasta tierra adentro. En ese tiempo, de cara al mar, en la cima de la colina, la Barcino  romana se erguía orgullosa, hasta que el mar se retiró. Allí comenzamos a regar nuestros huertos, y cuando el mar regresaba, pues a pescar. Así suponemos que sucedió con el área ocupada por Poblenou, antiguamente un delta plagado de lagunas y terrenos pantanosos.

 

Los layetanos de Barcelona (la Laie ibérica) en el siglo IV antes de Cristo tenían un puerto al oeste de Montjuic y con los visitantes fenicios, griegos y etruscos hacían intercambios comerciales  y aunque los íberos no fueran gente de mar unidos a los romanos hicieron de Barcino  uno de los puntos marítimos de la época.

El horchatero se imagina navegando por nuestros mares unos barcos de gran calado cargados con vino y pequeñas lanchas de pescadores haciendo la pesca del día. El horchatero más antiguo de Poblenou mira con tristeza este mar, del que queda tan poco para pescar y piensa cuánto tiempo tendrá que pasar, cuántas civilizaciones para  que vuelvan a saltar los peces con alegría entre las olas.

El mar nuestro de cada día, un siglo después, vaticinaba un futuro próspero: barcos magrebíes con lanas, pieles y cueros, barcos sicilianos con trigo, algodón y coral. Higos voluptuosos y quesos curados de Cerdeña. Azafrán, pimienta, cardamomo, canela, anís, clavo de olor, nuez moscada, jengibre del Oriente. Y de estas tierras no se hacían esperar los vinos, el arroz, el plomo, el vidrio. El horchatero se imagina desde plaza Palau hasta la Ciutadella barcos en carga y descarga, y esos pescadores y marineros, que sin brújula se lanzaban a los mares confiados en los mapas de sus cartógrafos.

Santa María del Mar

Santa María del Mar

Habría que haber visto a los mercaderes, armadores, barqueros, artesanos, marineros, carpinteros, capitanes, calafateadores. Esta playa donde hoy conviven turistas y vecinos era el lugar de intercambio de bienes más importantes del Marenostrum, como le llamaban entonces al mediterráneo.

El mar llegaba hasta Santa María del Mar, hoy el urbanita y trendy Born, ayer un lugar de los suburbios, donde vivían como podían los pescadores y los trabajadores marinos.

Y donde hay negocio, en todos los tiempos, están los que quieren beneficios rápidos. Los piratas en el siglo XIII, como en todos los países con flota, no se hacían esperar, sólo que  a veces trabajaban para el rey, entonces se llamaban con todo respeto corsarios, que llegaban a ser personajes heroicos cuando encontraban un buen botín, mientras que los piratas, ilegales, emprendedores por cuenta propia, eran simples ladrones, hicieran lo que hicieran y nunca tenían más mérito que el rechazo social.

Nuestra playa.

Pescador de Poblenou

Pescador de Poblenou

En los siglos XIII y XIV se siguió poblando la costa de Barcelona. El primer barrio fue el Regomir, donde parece que hubo una atarazana. Pero en el siglo XV la muralla de mar fue ocupando espacios y limitando las libertades de circular libremente. Así nació el puerto inicial de la ciudad que dio una fisonomía de gran actividad comerciales a las playas de la Barcelona de entonces. La Barcelona industrial, la del vapor,  necesitaba de un tren para hacer circular los bienes, y su creación derribó las murallas del mar. El siglo XVIII es potente. El sector textil tira con fuerza de la economía y las fábricas necesitan agua y puerto, y así es como nace entre la vía del tren y el mar el barrio que tanto estima el anciano horchatero, su Poblenou, ese barrio que antes era humo, gris, y trabajo de muchas horas. Poblenou pasa a ser el barrio industrial más importante de España, donde se radicaron grandes empresas que dieron trabajo a los cientos de inmigrantes que llegaron a Barcelona a buscarse la vida. Aunque también este barrio transformó al mar en un vertedero de aguas servidas, donde a nadie se le ocurría ir a meter sus pies en el agua. Pero llegó el día que el barrio no dio más la espalda al mar y el espacio litoral se convirtió en un lugar de convivencia de ocio, trabajo y turismo. La playa volvió a dar de sí a este barrio de trabajadores con tan escaso tiempo libre, pero sus hijos ya pudieron disfrutarla.

mallasLas familias aprendieron, entrado el siglo XX, a gozar del tiempo libre y del solecito en Senyora Tona, Sant Miquel, Junta de Damas, la Sirena, la Barceloneta, Baños de San Sebastian, los baños donde hombres y mujeres medio escandalizados todavía compartían espacio en la arena y conversación. El culto al cuerpo y al bañador tiene ya su catedral.

El mismo año que nació la horchatería cerca de Bogatell nació la MarBella, el lugar más agradable y sano de Barcelona, hasta el día de hoy considerada la playa de los barceloneses.

En 1872 se crearon los Baños Orientales, al estilo de los baños árabes, suntuoso, sin mezquindades, era una obra sorprendente. En el siglo XX la pasión por los deportes de agua no se hizo esperar. Remo, Vela y Natación tuvieron quien los represente: el Real Club de Barcelona, hoy  Reial Club Marítim y Club Náutico de Barcelona de 1909.

 

Escuela del mar

Escuela del mar

La playa inspiró una gran experiencia pedagógica: La escuela de mar. Bajo la sabias palabras aprender a pensar, a sentir, a amar  surgió en la playa de la Barceloneta de Barcelona un lugar singular donde los niños con alguna dificultad física acudían a aprender. La Escuela del Mar dejó testimonios imborrables en la cultura de la ciudad. Durante la guerra civil una bomba pretendió hacerla desaparecer pero la Escuela del Mar abrió sus puertas en Montjuic y luego se trasladó a la montaña del Guinardó.

En medio de aquel caos político, de convulsión social, de lucha y embrollo de valores, alguien creía firmemente que el futuro del país y del mundo se basaba en la educación de los niños y niñas. En medio de la hecatombe que vivía el país (…), había hombres y mujeres que ejercían y daban sentido a una de las palabras más bonitas que podemos encontrar en el diccionario: magisterio. Así define a la escuela Lluís Llach en sus Memorias de unos ojos pintados.

 

Las Olimpíadas limpiaron el mar, lo acercaron a la gente, eliminaron las vías del ferrocarril y crearon un litoral para circular y disfrutar.  La Villa Olímpica integró el mar a los vecinos, a los barrios. El horchatero, hombre de mar dice desde entonces ser mediterráneo es algo que se practica, porque podemos vivirlo con todos nuestros sentidos. Por esto, dicen los niños que a veces, en verano e invierno, lo ven en la playa cuando el sol hace una mancha roja sobre el mar.

 

EI impacto de la industrialización en la morfologia de un barrio del siglo XVIII: la evolución de la Barceloneta por MERCEDES TATJER MIR

Historia de las playas  www.barcelona.cat

http://mtvo-bcn.blogspot.com.es/2011/08/barcelona-mar-bella-1895.html

http://documentbarcelona.blogspot.com.es/2014/09/la-platja-de-la-mar-bella.html