Alfonso Iborra jefe del obrador y propietario de la Horchatería el tio Che, nos comenta un hecho curioso. Cada vez que ha hecho un cambio en algún producto, por muy sutil que fuere los clientes lo descubrieron y se lo hicieron saber.
Y aquí aparece la pregunta: O los clientes tienen un gran paladar o esto demuestra que hay un paladar colectivo que atesora en su memoria los sabores de toda la vida, y de cuatro generaciones. Porque hay algo cierto, la horchatería viene complaciendo los caprichos de bisabuelos, abuelos, padres y nietos. Lo que nos hace suponer que El Tío Ché pertenece al sabor del barrio.
Y, aunque nadie podría describir el sabor de un helado o un granizado, estamos seguros que todos sabrían reconocer la procedencia de los sabores del Tío Ché. ¿A qué si?