Hoy el horchatero quiso saber qué valor daban sus vecinos comerciantes al comercio de proximidad. Él, tan enamorado del barrio, tan en la misma esquina desde hace tanto tiempo, cree que la vida comercial de un barrio no es sólo crecimiento para los comercios sino para cada una de las personas que viven en él. Quería escuchar a los comercios que vinieron para quedarse, los que tienen más historia, aquellos tan devotos de Poblenou como él. Le hubiera gustado hablar con más, con todos, pero ya sabemos, a los ciento tres años se hace lo que se puede.
A la primera que encontró fue a Lluisa, de la pescadería Sendra. ¡Quién puede resistirse a comprarle, si hasta explica recetas mientras trocea el bacalao! La tienda era de los abuelos, tiene más de cien años, y está catalogada como comercio singular. Ella dice que “un comercio de proximidad es eso, cercano, amigo. Hay un trato personal con cada cliente”, y como es vecina, sólo puede dar calidad, la mejor, porque la gente vendrá al otro día con algún comentario. “- En el barrio hay muchos jóvenes ahora, inquietos, curiosos, y preguntan cómo preparar el bacalao, cuántos días hay que remojarlo, cómo maridar el atún. Lo primero que les digo es que para freír un bacalao y que quede bien crujiente, hay que secarlo primero y luego ponerlo a la sartén de uno en uno, para que quede crujiente y meloso”.
Al horchatero se le iba haciendo la boca agua con las explicaciones del pescaíto frito.
“- Es importante para todos nosotros- le dice María del Carmen, de Bassant Electrodomésticos, que los vecinos nos reconozcan. Hace cincuenta años que estamos en el barrio, y el trato es muy personal. El cliente de barrio es un amigo, estamos cerca y seguiremos… En una tienda fuera del barrio hay dependientes, aquí estamos nosotros, los de siempre, y si hay una reclamación intermediamos ante la marca como si se tratara de algo nuestro. La gente mayor lo agradece, les buscas un recambio de algo insignificante, das el servicio, lo reparas, buscas repuestos, con garantía o fuera, allí estás para batallar por tu cliente”.
José es un enamorado del barrio. Hace muchos años que es propietario de El Surtidor, y sigue atendiendo él mismo a sus clientes como el primer día: “Poblenou ha cambiado mucho, hay ambiente, estas terrazas, esta gente de otros barrios, la cantidad de turistas que dan vueltas por aquí, se ha puesto de moda. Y si estás en este barrio, porqué te tienes que ir a otro a hacer tus compras, ahora hay de todo en este barrio, no se justifica que vayas a buscar qué a otro lugar”. El Tío Che, en su paradita esquinera, ahí, al ladito del árbol, salta de alegría, no hay ninguna razón para comprar fuera del barrio, si tenemos tiendas para todos los gustos.
Como tan bien se lo explica Toni, el encargado del bar Monopol, que funciona dentro del club fundado en 1928. “Todos nos tenemos que ayudar, a eso se le llama comercio de proximidad. Comprar en Poblenou es beneficioso para el barrio, es una compra más ética, mas comunitario. Si necesito zapatos, no tengo que ir a Barcelona, en el barrio hay excelentes marcas y calidades, no me tengo que ir a otro lugar. Poblenou es muy chulo, está creciendo a nivel social muy rápidamente, es un verdadero barrio, un pueblo, no es impersonal, todavía mantiene ese encanto. En el bar los clientes son asiduos, porque les gusta encontrarse con la gente del barrio y alternar con el turismo, porque tenemos que vivir con los beneficios que nos ofrece el turismo y esta convivencia equilibrada es lo que hace de Poblenou un sitio único. Hay partes de la ciudad que están tomadas por los turistas, en cambio aquí hay esta cooperación entre unos y otros”.
Carlos, de la carnicería Trinxant cree que “primero que nada somos del barrio, y eso es importante porque estamos obligados a dar calidad, no vendemos sólo productos, en el barrio tiene valor el trato, más que clientes son amigos, haces barrio y así fomentas que tu barrio no desaparezca y se quede con franquicias y multinacionales. El comercio de proximidad es calidad, servicio, cara y ojos, amistad”.

Farmacia Prats, de toda la vida.
El horchatero centenario descubre cuánto acuerdo hay en su barrio, esto es evolución, sin dudas, nadie está de paso. Cuánto orgullo vivir en un barrio donde todos vamos para el mismo lado, murmura para sus adentros, aunque todos lo oyen, porque dice siempre lo mismo!
También habló con Miguel Angel de La Pubilla, un bar con mucha historia, él lo gerencia desde el 65, y nunca se ha movido del barrio. “- Si los comercios nuestros tienen unos ingresos constantes, el barrio está vivo, si no se convierte en barrio dormitorio. Cada bar de Poblenou es un centro social, te comunicas con gente del barrio, donde pueden surgir amistades, noviazgos. Este bar ha sido un lugar de encuentros, toda la vida.” Juan Guerrero, de El Estanco asocia comercio de proximidad a garantía de crecimiento comercial y en consecuencia, de mejoras en los servicios que se ofrecen.
Antonio Bellart, de la pastelería Trionf, comparte rotonda con el anciano horchatero, llevan 63 años endulzando la vida de los vecinos. “-Estamos vinculados en el barrio, por las fiestas mayoressiempre participa el comercio del barrio y colabora con las entidades, vivimos y trabajamos en el barrio, a diferentes de las grandes superficies que no están tan vinculados, somos la diferenciación, somos del barrio, solo trabajamos aquí, hacemos la marca en el barrio, y es evidente que la cuidamos cada día”.
Para Ramón de La Violeta, propietario de la tienda de delicatessen: “- Lo primero que define el comercio de proximidad es la comodidad, tienes todo a mano, la segunda no hace falta ir lejos en Poblenou hay de todo, pero… manda la cartera, si lo barato está lejos tendrás que ir lejos a buscarlo. Si las condiciones económicas son normales, en el barrio lo tienes todo y les das vida al lugar donde vives, hay diversidad de precios, si el fin de semana tienes ganas de gastar, pues, hay la oferta en un barrio como Poblenou. A diferencia de las grandes superficies aquí lo que cuenta es el servicio a los clientes, los consejos que les das sobre cada producto y cómo prepararlos. Nuestros productos son de gama media alta, es importante que cada quien sepa lo que está llevando y cómo hacer para obtener lo mejor de cada uno , cuidando sabores y texturas”.
El Tío Ché defensor desde hace más de un siglo del comercio de proximidad, siente que estas ideas son como agua de mayo para sus oídos. A

Calçats Villarroya, desde 1870
Alex Leris de la librería Etcétera le parece que a “todos nos gusta tener un comercio cerca de casa, donde puedas encontrar gente de confianza, que te solucione las cosas urgentes, a quien no tengas que llamar por teléfono a ver si te puede atender. Las tiendas de barrio son algo más que un punto de venta, iluminamos las calles, damos caliu, y te guardamos la barra de pan cuando tienes que hacer más recados, eso no se lo puedes pedir a una gran superficie”.
Y por último el anciano horchatero se encontró con Dolça Pallàs, a quien vio nacer, de la Zapatería Villaroya, la más antigua del barrio, de fines de 1800. Para ella “fomentar el pequeño comercio de toda la vida es una obligación. Hoy en día las grandes se acaban comiendo a los pequeños, sólo si nos ayudamos entre todos, los comerciantes de muchísimos años seguirán entre nosotros, y el barrio continuará siendo lo que es. Sería bonito que no se vayan, como tantos han tenido que hacer”.
Claro que sí, se dice el horchatero, sería bonito que nadie tenga que cerrar sus puertas. Aquí hemos venido para permanecer, porque crear raíces también es un valor.