
El horchatero centenario
El horchatero Tío Che , como siempre, en su esquina de la rotonda más dulce de Poblenou, dice que esta época del año es diferente. Siente en el aire que algo va a recomenzar, porque cada uno renueva su apuesta de vivir y da a luz proyectos que nacen con la fuerza del corazón.
A él le encantan los buenos propósitos. Las cartas a los reyes, y los carbones. Los deseos y las responsabilidades. Lo que no hicimos del todo bien, reclama pronta mejora, y éste tiempo nos da la oportunidad. Son momentos intensos de reunión familiar con lo bueno y lo que se deja pasar, con aquello que une, desune y se tolera, algo así como los heroicos gestos de la aceptación. Tiempo de recordar, días de compartir la mesa y la celebración.
El Tío Che quisiera que nadie quedara sin reconciliarse. Que nadie dude en acercar los brazos al que ha preferido torcer la mirada e ir de distraído por la vida. Y que nadie quede sin su fiesta. Qué otra cosa puede pretender él, él con esa centenaria vocación de amigo, y que es amigo del amigo de la amiga, y del amigo de la amiga del amigo de su amiga. ¿O que otra misión tiene su esquina más que hacer que en esa rotonda de Poblenou, nadie quede sin ensayar una sonrisa generosa entre vecinos, turistas, gente de paso, ex vecinos, los de toda la vida, los de la primera hora, los que se sienten fundadores, los patriarcas, los líderes, los simpáticos, los que se fueron, los que añoran, los que volverán algún día, los que se lo están pensando, los que cuentan los días para volver, los orgullosos de estar y ser del barrio, los que se mojan, los que lo quieren siempre bien, los defensores a muerte, los fanáticos salvajes, los tibios, los que van sobrados y los que no alcanzan, los de la acera de enfrente, los que atesoran buenos recuerdos, y los que prefieren ni acordarse, los dispuestos a echar una mano, y quienes quisieran hacerlo y no saben cómo.
Este es el deseo de El Tío Che para estas fiestas. Pero, además, él pide que sumemos nuestros deseos a los suyos, y que cada uno cierre los ojos y piense que sería lo que mejor que puede desear a su vecino, a su amigo, o a su hijo, o a sus padres, o a sus compañeros de trabajo o a la humanidad, porque ésta se hace de uno en uno y todos nos parecemos bastante.
Para que este deseo se nos haga realidad en este 2014 que está por traernos todo lo que seamos capaces de recibir.