Los secretos de los primeros, Joan Iborra y Josefa, su mujer están allí. La conjugación de todos los sabores, colores y texturas que salen de los obradores del Tío Ché han nacido un buen día de ese humilde cuaderno donde está plasmada la cultura de familia de horchateros y heladeros que un buen día llegó de Nucía, Alicante. Cien años de sabor que la familia Iborra hereda como un don y se reproduce con solo dejar hablar al paladar y a su memoria. Alfonso Iborra, quien es responsable en estas décadas de recordar y reconstruir aquellos sabores, evoca los sabores de su infancia, y da vida a los sabores de los padres, de los abuelos, y en este entreno diario aumenta cada día su capacidad de evocar.
A los clientes del Tío Ché, a los de toda la vida les sucede lo mismo, evocan antiguos sabores, almacenados en su memoria, y cada sabor recuerda a un día de playa, una tarde de Ramos, un baile en la Alianza, una fiesta Mayor, un beso.