Alfonso del Tío Ché
En los obradores del Tío Che todavía se consulta al antiguo cuaderno de tapas desmadradas de tanta lectura. La verdadera Wikipedia del Tío Ché. Que cómo suavizar el sabor del helado de limón, resaltar el sabor de la fresa, o dar más textura a la merengada… todo, absolutamente todo está registrado en el cuaderno que Alfonso, el propietario, guarda como tesoro, al igual que lo hiciera su madre Maruja y Alfonso su padre, Jerónima y Pere Joan, la segunda generación de heladeros.

Los secretos de los primeros, Joan Iborra y Josefa, su  mujer están allí. La  conjugación de todos los sabores, colores y texturas que salen de los obradores del Tío Ché han nacido un buen día de ese humilde cuaderno donde está plasmada la cultura de familia de horchateros y heladeros que un buen día llegó de Nucía, Alicante. Cien años de sabor que la familia Iborra hereda como un don y se reproduce con solo dejar hablar al paladar y a su memoria. Alfonso Iborra, quien es responsable en estas décadas de  recordar y reconstruir aquellos sabores, evoca los sabores de su infancia, y da vida a los sabores de los padres, de los abuelos, y en este entreno diario aumenta cada día su capacidad de evocar.

A los clientes del Tío Ché, a los de toda la vida les sucede lo mismo, evocan antiguos sabores, almacenados en su memoria, y cada sabor recuerda a un día de playa, una tarde de Ramos, un baile en la Alianza, una fiesta Mayor, un beso.