Fiesta Mayor, el trabajo de todo un barrio
El anciano horchatero de Poblenou mira las fotos de las antiguas fiestas mayores del barrio con la fórmula misa, passetgada de cavalls, cucanyes, fuegos artificiales y sardanas, y así durante años. Todo lo que vino después fue por obra y gracia de la creatividad de muchos, en pleno. Y de la voluntad de hacer barrio de cientos de vecinos y asociaciones que fueron aportando ideas, trabajo y horas aún en tiempos donde pensar era peligroso.
Se sonríe al recordar la elección de la Pubilla de Poblenou, las candidatas una más guapa que la otra, si las habrá pispeado cuando entraban a buscar sus horchatas, el concurso de balcones en el pasaje Cantí, la Boheme al Casino en la voz de la gran María Espinal, las chocolatadas. Y los autos de choque del Caspolino, de esto hace mucho tiempo, donde alguna vez llevó a sus hijos, y a sus nietos. Cuánto le hubiera gustado ir a los bailes de San Bernat, pero entonces le tocaba trabajar muy duro, y para las fiestas más.
Que viva la Cercavilla
Todavía se sorprende el horchatero. Nunca un año igual al anterior, porque así es el espíritu de Barcelona, innovación por donde se te ocurra mirar. Que sorpresa cuando escuchó frente a la horchatería “Mare vull ser pescador” fue el primer año de las habaneras y pregón en Poblenou. El escritor Xavier Benguerel tuvo el honor de ser el primer pregonero del barrio, él que andaba persiguiendo utopías, las instaló a todas juntas en esa rotonda repleta de Festa Major.
Los gegants vinieron luego, junto a los fuegos artificiales sobre el mar. Los vecinos iban de un lugar a otro, mucho para ver, pero la cercavilla los reunía a todos. Todos alrededor del fuego, entre las llamas del drac Estarrufat, su descendencia el Estarrufadet, la inefable Vibria y esos diables voz de la conciencia, el lado inquisidor del barrio mirado desde donde no se debe. Ese fuego que pareciera sanar las pequeñas heridas de la convivencia, las pupas financieras, las caídas de la vida misma y los malos recuerdos. Ese fuego que vuelve a dar las cartas, para que comience un nuevo juego y nueva vida.
La horchatería hace el pregón de 2012
Él ha escuchado muchos pregones, imagínate, pero hay uno en el que no aplaudió por humildad, aunque su corazón estaba como una moto, no podía creer que Poblenou reconoció los cien años de la horchatería. La Tere, la Tere de El Tío Che, quien también se preguntaba con sorpresa que hacía ella allí, si en la fiesta mayor es cuando más trabaja, en medio del escenario, agradeciendo, agradeciendo y agradeciendo. Qué otra cosa le cabe hacer una tienda centenaria más que agradecer.
En pocos días vuelve a encenderse ese fuego, y como cada año renueva la vitalidad para seguir haciendo y siendo barrio, barrio abierto, barrio con historia, barrio que da al mar, barrio de vecinos. Nuestro barrio.