El horchatero centenario de Poblenou viene de una generación donde se hacía un uso racional de la comida y los alimentos. Había poco y con eso había que vivir. El dice que un momentos perdimos el rumbo y ahora la tendencia es volver a la austeridad. Porque en nuestros días la cadena alimentaria, que debiera ser la encargada de garantizar que haya alimentos para todos, es muy ineficiente. El horchatero dice que si de verdad queremos hacer algo para que haya una mayor distribución de los alimentos, lo primero es no desperdiciar.

La FAO, Organización para la Alimentación de Naciones Unidas ha dado la alarma en relación al desperdicio de casi un tercio de los alimentos que se producen, 32% cuando casi 900 millones de personas pasan hambre. Para poder cubrir la alimentación de la población mundial en 2050 la producción deberá crecer un 70 %.  Y al parecer no sólo se desaprovecha en los países ricos, sino también en los de menos recursos. Hay iniciativas para evitar el derroche, porque ejemplo los chinos aprovechan los sobrantes de los banquetes oficiales, y en Tanzania las mujeres secan la fruta, para su conservación con energía solar. Dinamarca es el país que más esfuerzos hace en este sentido. En Barcelona la conocida chef Ada Parellada, activista antidesperdicio, dice que damos poco valor a los alimentos, por su bajo precio. “Se valora más que nada la abundancia, es necesario reeducar para recuperar el valor de los alimentos, y de ser austeros”

Comer no satisface sólo una función vital; atañe a muchas facetas sociales. “A las generaciones de más edad les inculcaron que tirar comida es pecado. Hoy, la comida se ha desacralizado, excepto la alta gastronomía”, dice el antropólogo Jesús Contreras, director del Observatori de l’Alimentació de la Universitat de Barcelona. A los alimentos les damos menor valor que a nuestra seguridad alimentaria o a nuestro tiempo, añade. “Muchos de los alimentos que desperdiciamos es porque los compramos ‘por si acaso…’. Porque, con los horarios y hábitos actuales, no sabemos si podremos (o tendremos ganas) cocinarlos, si comeremos en casa, si seremos uno o tres”, dice. Y subraya algo socialmente perverso: se carga gran parte del desperdicio en la mujer, como encargada mayoritaria de la intendencia familiar.

El antropólogo Jesús Contreras, director del Observatori de l’Alimentació de la Universitat de Barcelona cree que se puede reducir lo que descartamos, pero esto insume tiempo y dinero ¿Estamos dispuestos a asumirlo? Dice que los banquetes son un ejemplo. La comida no es barata y es excesiva, muchos comensales dejan platos casi intactos. “Si los camareros sirven desde bandejas, lo que cada comensal quiera, no se desaprovechará tanto. Pero eso exige más personal y más cualificado”, asegura. Algo parecido ocurre en muchos comedores escolares. Se sabe que con la mitad de los desechos se puede alimentar a las personas carentes de recursos. Lo que desperdiciamos cuesta un billón de euros al año, es mucho, verdad?

La ONU y la UE se proponen reducir a la mitad el despilfarro alimentario para el 2025.  La UE busca prolongar el uso de los bienes y disminuir residuos al mínimo.

Ada Parellada

El consumidor utiliza  menos de lo que compra, y confunde la fecha de consumo preferente con la de caducidad. Reclama productos perfectos y variedad y esto es un agravante. La fruta o verdura fea se descarta de la cadena comercial, a veces en nombre de la estética y al agricultor le queda un exceso de producto descartado.

La industria utiliza los alimentos descartados, pero no todo. ¿Qué hacer con 400 kilos de alcachofas o 6.000 de calabazas que nadie quiere comprar? Así es como Espigoladors, una entidad de Barcelona sin ánimo de lucro recoge las frutas o verduras que quedan en el campo o sin salida en el almacén y las destina a asociaciones de la zona que ayudan a personas sin recursos  y con el resto fabrica purés, mermeladas,  salsas o patés vegetales bajo la marca “Imperfect”.

“Todos formamos parte del problema y todos podemos ayudar en la solución”, dice Mireia Barba, una de las fundadoras de Espigoladors. Pretende que los alimentos se redistribuyan de manera digna.  Sobres Mestres de Nikoletta Theodoridi es un proyecto de eventos culinarios itinerantes basados en alimentos recuperados, frescos y de proximidad. Cerca de un 40% de la comida que se produce termina siendo rechazada, quieren incluidr más gente en la lucha contra el derroche alimentario. Las materias primas son rechazadas porque no cumplen con las demandas estéticas, y las pautas de la industria. En Sobres Mestres utilizan alimentos de productores de proximidad para acercarse a las gastronomías del mundo. Siguen los principios de residuo cero, evitan los productos desechables y utilizan de manera creativa los mismos alimentos como vajilla comestible. A su vez ofrecen un servicio de catering sostenibles y talleres de cocina de aprovechamiento.

La ONU y la UE se proponen reducir a la mitad el despilfarro alimentario para el 2025.  La UE busca prolongar el uso de los bienes y disminuir residuos al mínimo.

El consumidor utiliza  menos de lo que compra, y confunde la fecha de consumo preferente con la de caducidad. Reclama productos perfectos y variedad y esto es un agravante. La fruta o verdura fea se descarta de la cadena comercial, a veces en nombre de la estética y al agricultor le queda un exceso de producto descartado.

La cocinera Parellada dos veces al año hace cenas con productos descartados de comercio de proximidad. Es que las contradicciones sobran:  qué sentido tiene que un país que es productor de alimentos deba importar alimentos de otros países? Los agricultores claman por un comercio de proximidad, y kilómetro cero.

Los que más tiran son restaurantes y comedores comunitarios. David Esteller considera que la donación se incorporará cada día más como una buena práctica o un aspecto más de responsabilidad social de las empresas.

Francia obliga por ley a supermercados a donar sus alimentos sobrantes. Italia también legisló al respecto, pero todavía falta demasiado.

Para el antropólogo Jesús Contreras  habrá un cambio cuando haya una acción consensuada como en el reciclaje de papel, envases y vidrio.

En España, como en otros países hay iniciativas de empresas y ciudadanos para aprovechar los excedentes, y las redes sociales han contribuido a su expansión. Un hospital  hizo un estudio durante tres meses y sobraron 5.000 raciones de comida. Una mejor gestión logró reducir el desperdicio a la mitad.

Muchos activistas antidesperdicio subrayan que la donación de alimentos sobrantes a los necesitados es loable –aunque a veces sirva para tranquilizar conciencias , más que donar se trata de no sobreproducir.  En Dinamarca, en ocho años, se ha logrado generalizar medidas, incluso que sean un parámetro de competitividad entre supermercados, explica. La principal cadena de supermercados eliminó los descuentos 2×1 o 3×2 (otras marcas la han imitado); se vende carne o yogures en envases más pequeños, una cadena de supermercados comercializa el pan sobrante en snacks, en la mayoría de los supermercados hay áreas donde los productos a punto de caducar se venden más baratos, o hay restaurantes que ofrecen menús sobrantes a precio reducido. Son acciones comerciales antidesperdicio.

David Rogers, de WRAP, también cree que la prioridad ha de ser prevenir el excedente de alimentos, aunque la redistri­bución sea un medio de aprove­char lo que se va a tirar. WRAP presume de que entre el 2007 y el 2015 en Gran Bretaña se redujo el desperdicio un 11%, hasta un 17% en los hogares. Promueve campañas entre los consumidores, en escuelas ­llamando a una alimentación más saludable y sostenible, trabaja con vendedores, con la industria…

La industria mejora los envases, para alargar la vida de los alimentos, pero es reacia a reducir el tamaño, como los restaurantes los de las raciones, para no rebajar precios, pero las organizaciones antidesperdicio piden medidas como estas.

El desarrollo tecnológico puede ayudar a aprovechar más los alimentos. Hay propuestas de envases inteligentes que alerten si están a temperatura adecuada, si caducan… La automatización permite un procesado de alimentos con menos residuos; hay tecnología para culti­var de manera más eficiente. Montse Jorba, investigadora del centro tecnológico Leitat, coordinó un proyecto de la UE para identificar residuos de la ­cadena alimentaria y analizar sus propiedades para usarlos como ingredientes de nutrición animal. En las próximas décadas cambiará la alimentación, habrá que ver el impacto de la compra desde casa, pero ahora aún parece un enorme desafío reducir los desperdicios a la mitad.

Extraído de: Objetivo: acabar con el derroche alimentario

Texto de Marta Ricart y fotos de Cristina Reche

14/05/2017