De jóvenes que sueñan ser como Ronaldo o Shakira es difícil que salga un creador de empresas que perduren a lo largo del tiempo. Pero hay que insistir. Manuel Valls en representación de la Cámara de Comercio de Cataluña ha convocado  a los gobiernos a fomentar conductas emprendedoras desde la más tierna juventud.

¿Que son tiempos de crisis? ¿Que a quien se le ocurre pensar ahora en crear empresas duraderas? En todos los siglos ha caído alguna buena pero esto no significa que haya familias con poderosos sueños y el don de transmitir el legado de generación en generación. Sino cómo se las ingeniaría la Cámara para celebrar  cada 23 de octubre a las empresas longevas de Barcelona.

La casa Llotja de Mar se ha vuelto a vestir de gala para  celebrar a las 119 empresas que cumplen años: 50, 75, 100, 125, 150 y 175. Muchas han pasado como mínimo una guerra, y aquí están, cada día más jóvenes y listas para el combate.

Una de ellas es la Horchatería el Tio Ché, y como dicen sus propietarios quién duda que cien años dan  para hacer un alto, recordar y celebrar.

En cuanto a  la longevidad hay muchas teorías, pero también un espacio de misterio. La permanencia en el tiempo no está condicionada por lazos de sangre, pero según demuestra el estudio “La longevidad y el tamaño de la empresa familiar” realizado por el IESE Business School, la edad promedio de vida de empresas familiares es de 37 años, cifra más alta a la de las firmas no familiares, situada en 31 años. Según esta investigación hay organizaciones que pertenecen a mismo grupo familiar que alcanzaron los dos siglos lo cual no ha sucedido nunca con empresas no familiares, de allí la importancia del vínculo familiar.

Codorniú –1551– y Grupo Osborne –1772–son claros ejemplos de cómo identidad y cultura corporativa les permite expandir  y mantenerse en el mercado. Según el especialista Tàpies «Los principios y valores de la familia son fundamentales para determinar la forma de actuar de la compañía, para conseguir que la organización sea mucho más que un instrumento que crea valor para los accionistas”.

Mar Raventós, presidenta de Codorniú lo dice claramente: “El único secreto es hacer las cosas bien y con continuidad, además de tener la capacidad de seguir evolucionando. En Codorniú trabajamos desde la filosofía de englobar la calidad en todo lo que hacemos sin perder nunca nuestra pasión por el vino y por la tierra, que es la base del negocio”

Las empresas familiares centenarias están basadas en valores como el trabajar a largo plazo, la tolerancia, la capacidad de trabajo, el gusto por lo bien hecho, y sin ser temas excluyentes de estas empresas son casi constantes en las empresas de clan. Para Manuel Bermejo, “Vivimos en un mundo donde se han perdido los valores y por ganar dinero todo es legítimo y encontramos un reservorio de virtudes en grandes empresas familiares, seguramente las que son más longevas es porque han hecho una magnífica gestión por valores y algo que me parece absolutamente necesario: la gestión a largo plazo”.

Las empresas familiares que han sido flexibles para adaptarse a los cambios y reinventarse son las que triunfaron y triunfarán, según Cristina Cruz, profesora de Gestión emprendedora y Empresa familiar del IE Business School.

Lo cierto es que todas han desafiado las inclemencias del tiempo. En general, la unidad de la familia y la confianza dentro de la empresa han sido fundamentales, según explica Manuel Bermejo. “Yo creo —nos dice— que esas compañías tan longevas han sido capaces de presentarse en los mercados con una propuesta de negocio muy atractiva. Y habrán hecho falta grandes dosis de generosidad para alcanzar acuerdos, y también tener altura de miras y lealtad, que será el triángulo para mantener relaciones a largo plazo”.