Alfonso Cánovas fue el Teniente Alcalde de la Barceloneta hace muchos años, y todavía recuerda a sus más de noventa años cuando en su vida de niño las horchatas de El Tío Che le alegraban las tardes de verano.

“Se radicaron en el Paseo Nacional, hoy Joan de Borbó entre el Restaurante Can Manel y La Mar Salada. Los recuerdo con la blusa y el sombrero negro de los valencianos, y a la mujer con las faldas largas hasta el tobillo con el fajo y el refajo en la cintura. La horchatería se llamaba Tío Ché. Creo que fue la primera del barrio.

 

 

Tendría yo unos siete años, si no me falla la memoria, cuando iba a la horchatería a ver el espectáculo que hacían por la noche. Ponían una valla para que sólo los clientes participaran, y en una tarima, Rafala,  un payaso vestido de rojo fuego, nos encendía.

En el suelo había grava del mar. La horchata fue la más rica de mi vida… y las merengadas… La hacían a mano, la agitaban, la batían, le daban esos golpes…

Después se  fueron adonde ahora está el edificio más alto de la Barceloneta, que da al mar, junto al mar, al lado de la calle Varadero.

Luego no supe más de ellos, sólo que se habían trasladado a Poblenou.