fallasEl horchatero centenario cada año va a las fallas. Las cabras van al monte, cosas de alicantino, sí señor,  y esto del fuego le va, le va…

Todavía resuena en sus oídos, y en los de sus vecinos,  cuando en la fiesta del centenario de la horchatería, los amigos de la Colla del Drac obsequiaron una mascletà, para que todo el mundo sepa que cien años no se cumplen todos los días, y que al día de hoy todavía resuena en sus oídos, y en los de los vecinos.

Pero este año, el día 25 de marzo, las fallas estarán, como hace algunos años, en Poblenou, en la playa de Bogatell. Crida, ‘plantà’ i ‘cremà’, todo en un mismo día organizado por la Colla, L’Espai Valencia y las entidades del barrio de Poblenou. La Crida partirá de Can Saladrigas, y ¿dónde será la primera parada? En la horchatería de El Tío Che. Servidores. Las chufas ya revolucionaron el obrador, viven alborotadas.

mascletaLas fallas, decimos, son cosa seria. El 19 de marzo es el día de San José.  Desde hace mucho tiempo los carpinteros de Valencia, llevaban el candil que iluminaba sus talleres a la calle. El parot, que así se llamaba este candelabro, iluminaba la noche, celebraba el fin del invierno y servía para quemar unas virutas.  Con el correr del tiempo a la hoguera se le añadieron ropas, y transformaron el parot en un personaje, el más desagradable del año. Así se quemaban los malos recuerdos y las malas acciones. La sátira fue tomando color y se le fueron agregando elementos, hasta conformar una escena, y así, parece, nació el primer Ninot.

Lo cierto es que desde siempre en Asia, Europa y Africa se celebran las llegadas de las estaciones con fuego. Ya los celtas lo hacían y la Iglesia los incorporó a sus rituales, y así continuaron vivos.  San Juan, para celebrar el inicio del verano, y San José, la primavera. Tal vez los árabes de Valencia ya celebraban con fuegos. De lo que estamos seguros es de que personajes desagradables hay de sobra y la gente tiene la costumbre de construir un muñeco, colgarlo de un poste y entre Cuaresma y Sabado de Gloria encenderlo con la ilusión de acabar con sus malas influencias.  En Valencia aún se encuentran celebraciones de este tipo: El vell i la vella de Picassent  i LLiria, el Parot de Mitja quaresma de castalla, los mahomas de moros y cristianos. Y éste es el origen y sentido de las fallas: ir de sátiras y de hogueras. En el siglo XIX se colgaban muñecos grotescos en balcones y de allí, se quema hasta la belleza. Porque es bella, nomás.Y la fealdad, y lo que se te dé la gana.

 

Falla del siglo XIX

Falla del siglo XIX

La falla en el siglo XIX se convirtió cada 18 de marzo por la mañana en una tarima de madera con figuras o ninots enmascarados y vestidos con ropa real, donde la sátira se explayaba hasta la noche, hora de la quema. Se llamaban Fallas de la Vespra de Sant Josep. Los niños en la calle,  vendían los llibrets, unos panfletos que explicaban las fallas, el primero fue el de Almudín, escrito por Josep Bernat i Baldoví.

Estas fallas tuvieron sus tiempos de censura previa, pero fue tal su fuerza que hay fallas para rato, quizás para la eternidad. Hubo de todo, también fallas eróticas. Pero finalmente, la gente consagró las fallas de crítica política. Esos días había permiso para todo, también para quejarse de los malos gobernantes. Pero para equilibrar también se honraba al arte con unas fallas artísticas que en su evolución, fueron verdaderas obras de valor estético y así nació el artista fallero. Y ya en 1927 comienza circular el tren fallero, que traía viajeros de Madrid, y luego de otras ciudades, surge la elección de la fallera mayor, se hace la semana fallera en 1932, y se elige el ninot indultat, aquél que por votación no irá a parar a las llamas. Durante la guerra civil las fallas se retrajeron, pero hubo algunas fallas de ambos bandos. Y en 1945 se oficializó la Ofrenda a la virgen de los Desamparados.

La mascletà

fallaEste acto pirotécnico ha ido cambiando. A partir de los años veinte era habitual la llamada traca kilométrica, la cual se colocaba elevada por encima del público mientras corría por delante o detrás de ella, mientras el pirotécnico iba en la parte posterior con una caña a modo de mecha para evitar que se parara. Ya en los cincuenta se introdujo la mascletà como se conoce ahora; sólo que impulsadas con recursos tecnológicos.

El horchatero de la horchatería artesana de Poblenou ya está pensando en los buñuelos de calabaza, ¡cómo le gustan! Y cuenta los días para que en su barrio, Poblenou, se sienta el olor a pólvora de una buena traca.