Compartir, celebrar, despedir el año, amigos, familia. En Barcelona la Navidad es mágica. Las calles con destellos de luces tienen sus propios latidos. Cada una su encanto. La Fira de Santa Llucia en la Catedral, es un lugar entrañable que ofrece una variedad asombrosa de puestos para vestir la casa para la reunión familiar. Y hasta el más indiferente guarda en su bolso algún detalle para la fiesta. La ciudad huele a turrón, a almendras, a nueces. La ciudad huele a chocolates. Las calles explotan de gente,  los museos se llenan de visitantes, en diciembre en cada iglesia hay un concierto y en cada bar amigos que encuentran este momento propicio para hacer un brindis. Y otro, y otro más. En los hogares donde hay niños no falta el caga Tío, así como lo escucháis, y en cada pesebre un caganer. A los catalanes nos gustan estos personajes y figuras que hacen relación a la escatología. Pero también nos deleitamos con els pastorets, una obra teatral de la edad media que combina en su argumento los contenidos del nacimiento de Jesús y los pastores rememoran la primera navidad. Pero lo que no falta en ninguna mesa en Navidad, Año Nuevo y Reyes son los exquisitos turrones, el dulce más popular de Cataluña y España.

El turrón tradicional se elabora con miel y almendras, aunque hoy en día hay cientos de sabores. Los polvorones también son un manjar popular de las fiestas, elaborados con pasta de almendra dulce. Pero si hay algo único son los turrones de chocolate rellenos de frutos secos, y de trufa mezclados con sabores. En nuestra tienda centenaria, la horchatería El Tío Che hacemos los turrones de chocolate uno a uno, a la vieja usanza de nuestra familia, aunque incorporamos nuevas formas de hacer para exaltar la nobleza de los productos.