19 June 2012, Barcelona by FRANCESC ESPIGA
Con la crisis actual conseguir que un negocio llegue a los 100 años es casi una heroicidad. ¿Cuál es el secreto de El Tío Ché?
La base es hacer un buen producto y cuidar mucho la materia prima. También intentamos despachar con cariño y amabilidad, una actitud que la gente siempre agradece. Ahora bien, lo más importante siempre es el género, si no la gente no vendría. Por muy simpático que seas, si no despachas algo que vale la pena el cliente no responde.
¿Continúa siendo la horchata vuestro producto estrella?
Es la reina de la casa. Uno de los secretos es utilizar chufas con DO, pero la clave está en calcular muy bien las proporciones de agua y azúcar.
Respecto a los helados, ¿hay que respetar la tradición o innovar un poco?En nuestro caso, procuramos innovar, pero siempre acaba triunfando lo clásico. Puedes hacer mezclas más o menos peculiares, pero la gente siempre acaba pidiendo los gustos tradicionales, como vainilla, chocolate, limón, jijona…
El Tío Ché es un negocio de tradición familiar, ¿ya está asegurado el relevo?
Ahora mismo nuestras hijas están trabajando en el obrador y, por tanto, la quinta generación del negocio ya está en marcha. También hay una nieta, de un año y medio, que ya se pasea y empieza a remover las chufas con el agua. Por el relevo, pues, no hay que sufrir.
Aún cuando el negocio se inició en la Barceloneta, ha acabado echando raíces en Poblenou. ¿Imaginarlo fuera de la Rambla es un imposible?
Quién sabe, quizás si nos hubiéramos establecido en otro lugar ahora sería conocido por haber acogido El Tío Ché (ríe). Pero hoy día es cierto que la Rambla de Poblenou y nuestro establecimiento están un poco ligados y hemos establecido una conexión muy especial con el barrio y su vecindario.
¿Es plausible la posibilidad de servir otros establecimientos o de producir a nivel industrial?
Tenemos un obrador pequeño y daría mucho trabajo dar este salto, y somos los que somos. Ampliar la maquinaria o el local para producir a nivel industrial haría que perdiéramos el toque artesanal de nuestros productos, y eso es algo que no queremos hacer. Tampoco nos hace falta.
¿Las horchatas envasadas le han hecho daño al producto?
Un poco sí, porque viene mucha gente que, cuando prueba la nuestra, dice que no le gusta porque previamente ha probado la envasada. La nuestra no contiene lactosa y, claro, nunca será lo mismo.
¿Os vienen muchos turistas?
¡Y tanto! Sobre todo los que se alojan en hoteles cercanos. Hace gracia porque ven a la gente hacer cola, se meten y muchos nos piden batidos. Entonces les doy horchata o leche merengada para que la prueben y, si les pones una bola de helado, quedan deslumbrados y acaban viniendo cada día.