El pa amb tomàquet es un baluarte de la dieta mediterránea, y si hay lectores de otros lugares del planeta, les explicamos que es una rebanada de pan con medio tomate maduro frotado con pasión y bañado sin exageraciones con aceite de oliva y sal.  Se recomienda utilizar tomàquet de ramallet o de penjar (tomate de rama o de colgar), al estar colgados pierden acidez y el agua de la pulpa, eso conserva su sabor mucho más intenso. Cortarlos de forma transversal y restregarlos sobre el pan. Ya veréis que, una vez utilizados, prácticamente os quedaréis con su piel en la mano y el pan quedará bien mojado. Mejor un pan de pagès y si lo tuestas, antes de untarlo mejor frotarlo con un ajillo que le dará un aroma y un sabor profundo y maravilloso.

Es una comida tradicional de la cocina catalana, así lo dice la guía francesa Espagne: 2009-2010 de Dominique Auzias y Jean-Paul Labourdette : “Un trozo de pan frotado con tomate y regada con aceite de oliva”  y además, “es indisociable de la cocina catalana”. Parece que los pageses no tenían tiempo de amasar el pan, y el tomate cumplía la lógica función de ablandarlo, porque convengamos que a nadie le gusta comer el pan duro como una piedra. Y quien dice tomate dice aceite, porque por estas regiones, una cosa trae la otra. Si no frotas el tomate no es de Catalunya, porque panes con tomates hay en diferentes países y regiones.

El pa amb oli mallorquí se elabora con tomate de ramillete más amargo y salado que el común y de piel más dura y seca, más resistente.

Es bueno para entradas, o como cena, o acompañante, es igual, pero que no falte que nos da una depresión aguda. ¿Quién puede prescindir de esa frescura en boca que trae notas de alegría como si estuvieras escuchando la Novena Sinfonía de Beethoven en el coro final? Y más cuando lo  acompañamos con una bandeja de butifarras, o fuet, jamón de jabugo, queso, olivas, tortilla, sardinas, atún, y lo que se te ocurra, porque marida con lo que le eches. No sólo marida, enamora.

Los andaluces hacen su desayuno con mollete antequerano, aceite de oliva con o sin ajo, y tomate triturado. Y que no falte el jamón o queso. Mientras que los murcianos extienden sobre el pan pulpa de tomate rallado, sin frotarlo. Manuel Vazquez Montalbán en “El Premio” dice que hay que “romper la pulpa del tomate con los cantos de la costra de la rebanada para repartirla más fácil un uniforme sobre la superficie y finalizar la receta oprimiendo con dos dedos los cantos de la rebanada para que el aceite empape bien el pan “.

Uno de sus personajes dice que el pan con tomate reúne la cultura del trigo europea, la del tomate americana, el aceite de oliva mediterráneo y la sal de la tierra del cristianismo. El lo atribuye a la cultura catalana y dice que los inmigrantes lo adoptaron a modo de integración.

El erudito gastonomico Nestor Lujan dice que se sabe de él desde 1884. La referencia es un poema paródico que el periodista y autor teatral Pompeu Gener le escribe a su amigo el conde de Foixà, desde Paris, en 1884. En esos versos expresa la añoranza a su tierra  y al pan con tomate, lo que nos hace deducir que en vida de Pompeu Gener se comía diariamente, por tanto era ya algo común en su época (Pompeu Gener nació en 1848). El poema es el siguiente:

 

Lo que menjarem certa nit, ço és pa amb oli, amanit

amb tomaca, e bon profit, s’ha fet de moda…

Madama Adam n’ha menjat, Judit Gautier molt li ha agradat

e fins la gran Sarah Bernardt s’ha fet la llesca.

(“Lo que comimos cierta noche, es pan con aceite, aliñado con tomate, y buen provecho, se ha puesto de moda… Madama Adam ha comido, a Judit Gautier mucho le ha gustado, e incluso la gran Sarah Bernardt se ha preparado una rebanada”.)

El Blogger Omnibus Dubitandum dice así: “Recuerdo hace años, cuando visitaba la casa de la familia de mi mujer en Andalucía, si se nos ocurría preparar pan con tomate para cenar, ellos lo solían llamar “pan catalán”. Cuando he visitado el sur de Francia me he encontrado lugares (pocos) que lo sirven y lo llaman “pan al estilo catalán”.Colman Andrews dice que la idea de frotar el pan en el tomate (y después preocuparse del aceite) es una idea perfectamente catalana y práctica, y además lo distingue de la bruschetta italiana, las rodajas de tomate de la Provenza o del famoso sándwich BLT (Bacon, Letucce and Tomato) americano.

El gran cocinero francés Alain Ducasse define el pan con tomate de este modo: “resume la cocina catalana moderna a través de su cultura religiosa, pues nunca debía tirarse el pan, símbolo del cuerpo de Cristo. “ Y Jaime de Armiñan, cineasta madrileño prefería desayunar “con tostadas untadas con tomate restregado y aceite de oliva como en Catalunya”

Cada región tiene su propio pan con tomate, así los cordobeses tienen el delicioso salmorejo, y los granadinos la Media para el desayuno, que es una rebanada de pan con tomate triturado, o en rodajas, pero nunca frotado. Los valencianos en cambio sí comparten los encantos del pa amb tomaquet.

Incluso Luján cita el libro la Cuynera Catalana que en 1835 el tomate era aún escaso en Catalunya.

De lo que estamos seguros es que el tomate llegó primero a Sevilla pero desde 1692 aparece en un libro de cocina italiano, mientras que recién en 1740 se ve reflejada su existencia en una receta del libro de la Cocinación, de origen español. El tomate entró por Andalucía, pero fue saboreado antes en Italia o Francia que en la propia España, por lo que no puede presuponerse que se cultivara o se convirtiera en un producto de consumo habitual en Andalucía antes que en otros lugares.