
Cucurucho para helado
Porque después de entregarnos a la locura de un cremoso helado el cucurucho nos hace volver a la tierra. Su crujiente presencia pone final al viaje de nieve, naturaleza y pecado original, porque un helado es pura gula. Además de sano, además de nutritivo, es pura gula. (Sino mira a los peques en la puerta de la horchatería chillando por un helado, ya me dirás si se tiran al suelo por una sopa)
Los cucuruchos tienen varias historias acerca de su origen, unos dicen que los inventó Vittorio Marchionni, un italiano de Cadore que se fue a América. Parece que quería vender helados a los niños en edad escolar y éste fue su invento. Otros dicen que el cucurucho apareció en 1910 oficialmente en Italia, cuando el inventor del cono de oblea dulce Goivanni Torre de Liguria, lo exhibió en Turin.
Antes de la existencia de este gran invento y durante siglos, los helados se sirvieron en platos o tazones, o incluso sobre galletas, pero en 1904, durante la Exposición Universal de St. Louis también llamada Louisiana Purchase Exposition, nació la criatura que hoy nos ocupa. Un adolescente que tenía un puesto de helados acabó con los platos para servirlos y le pidió a su vecino de parada, Hamwi, un chef de pasteles de Damasco, sus zalabias, en sustitución de los platos faltantes. Las zalabias son unas galletas muy delgadas de origen persa, espolvoreadas en azúcar. Las zalabias se enrollaron como cucuruchos, y ahí tienes el cucurucho originario, el que dio soporte al helado. El que complementa al helado. Dicen que ese día para Hamwi no había sido muy fructífero, y que Fornachou, para su envidia, no había tenido tregua con sus ventas de helado. Pero ya ves, lo mató el éxito y no pudo seguir vendiendo porque se le agotaron los platos. Así fue como para ambos la necesidad les trajo felicidad.
Pero ya sabemos, la historia siempre tiene varias versiones, y aquí hay otra: Los dueños de Doumar’s Cones y BBQ de Virgina, fueron los primeros en vender los cucuruchos en la feria de Sant Louis. Los diarios dieron fe del amor de la gente a los cucuruchos, eso si se sabe, sino cómo te explicas que siguen de pie, de boca, y de mil amores, y sino pregúntale a la Tere de la horchatería el Tio Che, qué sucedería si un día de pleno verano se quedara sin cucuruchos. Lo que tenemos claro es que diversos periódicos de la época dan testimonio del éxito de este invento y afirman que los cucuruchos de helado se extendieron rápidamente por todo el recinto de la Exposición de St. Louis. Y también se supo por la prensa que mecanización del cono se obtuvo del inventor Fredderick Bruckman, quién hizo la máquina para enrollar los cucuruchos. En 1959 la fábrica de helados Spica, ideó una fórmula para mantener el sabor y la textura crujiente, aún después del congelado. Pero para ser justos también podemos suponer que el cucurucho de helado nace de la oblea. En el Renacimiento se servía como postre, sólo al alcance de aristócratas y burgueses, mira si estamos para creer que todo tiempo pasado fue mejor, tan democráticas las obleas en estos días que nos tocan vivir, y tan accesibles. Lo cierto es que tanto era el valor y ponderación de las obleas en el Renacimiento que fueron consagradas a la celebración de la misa. Y así es como surge la hostia. Es de harina de trigo, mientras que hay diferentes obleas y se hacen con harina de arroz. En Holanda se hace con harina de patatas. Y si, los holandeses ya sabemos, son de patatas
tomar.
Pues, mira las vueltas que da la vida hasta llegar a tener un cucurucho en tus manos, con un helado artesanal, que lo compras, aquí muy cerca tuyo, en la esquina más dulce de Poblenou, con el horchatero centenario debajo del árbol de toda la vida, como lo tuviste de pequeño, cuando tu abuela te premiaba más de la cuenta, por tu sonrisa, por tus abrazos, por las palabras nuevas, por la buena evaluación de la maestra, y por la no tan buena también, porque no hay peor cosa que ver a un nietecito triste. O a una nietecita.