La antigua Juanita se cerró, y ahora está en otro lugar.

La antigua Juanita se cerró, y ahora está en otro lugar.

Era junio como ahora, de esto hace mucho tiempo y se estaba por celebrar una boda de la familia de la horchatería centenaria de Poblenou. Para prepararla nadie se movió del barrio; La Juanita, una modista excepcional,  una verdadera institución que ya dejó la calle Pons i Subirà, hizo una novia guapísima con un vestido y una pamela como pocas. Pons, una sastrería que ha quedado en el recuerdo se esmeró en el traje del novio y allegados. La lencería fue de la Isla de Cuba, una tienda desaparecida. Rafael, el archivo viviente del barrio, el que nunca faltaba a ningún evento, Rafael, el fotógrafo, dejó testimonio de la fiesta y del cariño, pero de su casa de fotos sólo queda la memoria. Claro que hubo lista de regalos, se eligió Can Valls, una tienda que ya no está. Los vinos se encargaron a la  bodega El Sabre, unos caldos inolvidables, como lo es la bodega, o  las sastrerías Minguell y Mora. El pastel de bodas lo hizo Mireia, otra tienda que cerró, como Tomás, que en esa oportunidad deleitó con las pastas finas, por cierto, El Tío Che dice que Tomás fue un maestro chocolatero como pocos. Casi olvidamos  los anillos!  Los encargó el mismo Tío Che a Joyan, tienda que nos ha dejado, como la floristeria Vena, La Palma, Marcs Riera, Pastelería Llopart, La Estrella, que vendía colonia a granel.  El  horchatero en su esquina de cada día se pregunta qué ha sido de cada una de ellas, él dice con pesar que con cada tienda que se va perdemos todos.

Una a una fueron dejando vacíos los lugares de encuentro,  porque el comercio de barrio es entre otras cosas un lugar de reunión, parte vital de esta gran red que hace a una ciudad y sus relaciones.

Un comercio de proximidad hace grande al barrio

Un comercio de proximidad hace grande al barrio

Estas tiendas cercanas, que fomentan las relaciones sociales y se interesan por el barrio, saben mejor que nadie de dónde viene lo que compran, conocen a sus proveedores, casi siempre de toda la vida,  y dentro de sus posibilidades eligen lo mejor, porque su intención es permanecer, nadie desea irse del barrio por un mal producto, y menos de Poblenou que lo queremos tanto.  Estas tiendas son nuestro comercio de proximidad, donde abastecemos nuestro día a día. No hace falta subir al coche, ni coger el metro, ni hacer grandes compras, las tiendas del barrio están a pocos metros de nuestra casa. Muchos ya nos hemos dado cuenta que este tipo de comercio es saludable para los  consumidores, para la economía del barrio y para el planeta, porque no hace falta para comprar una camiseta gastar combustible, ni perder horas de nuestro tiempo, ni caer en las grandes superficies, donde ya sabemos el sufrimiento que hay detrás de cada diseño que nos llevamos.

Este tipo de comercio es sustentable para todos. Como lo tienes a mano, sólo compras lo justo, de este modo no hay sobrantes. Pero especialmente comprando en la tienda más próxima invertimos en la economía local y  aumentamos el empleo. Si el empleo aumenta hay más renta disponible y se crean nuevos emprendimientos. A diferencia de los grandes centros comerciales, los productos del barrio tienen cara y ojos, los del comerciante responsable del local, que casi siempre vive en el barrio, es un vecino más. O es poca cosa ser y pertenecer al barrio, sentirse a gusto entre los nuestros, compartir las experiencias de cada día, comunes a todos.

El horchatero centenario de Poblenou algo ha vivido para contarlo. Ya lleva más de cien años en el barrio, por eso El Tío Che tiene sabor a historias de barrio, a vecinos, a familia, a comercios hechos a escala de la gente, a cariño.