El poeta de Poblenou

De Albacete sus padres; de ahí a Poblenou: mano de obra para la industria textil y metalúrgica. “Del Poblenou obrero y sucio, así lo llama, pero tan vivo como un hormiguero, y la serranía donde los críos se movían asilvestrados y a pedradas” sale este poeta, músico y artista Manolo García.

Manolo García

Manolo García

Se recuerda en el bar de su primo en Poblenou: En un altavoz suena Gris Redding o James Brown. “Ta-ca-ta-ca-tá”, marca García. «Le poníamos palmas, le dábamos ritmo de rumba. Era esa mezcla”. De Al Andalus de su pueblo al rock de Poblenou. De allí surge su música. Mestiza.  Se recuerda como un mal alumno, aunque buen monaguillo. En el barrio le decían El Canal, porque compraba unas camisetas blancas que revendía pintadas a un duro. Fue a los 14 aprendíz de carpintero y cuánto disfrutaba el tío en el Manchester catalán al ver florecer el rock, como en cualquier lugar del mundo en los ‘70.  Al ver la peli Los chicos con las chicas, con Los Bravos por protagonistas,  se inspiró y decidió su destino: Compró un bombo y un tambor, los limpió, lijó y barnizó, y se hizo con un platillo, su primera batería.

Dice que su padre, obrero del barrio, le soltaba: “¿Que no quieres estudiar? Aquí a la Fundición con nosotros”. Y eso no era broma, recuerda que estos recién llegados a Poblenou “trabajaban 12 horas diarias, levantaban raíles al rojo vivo entre cinco tíos con unas tenazas”.  Todo esto para decir que a su padre no le iba esa música, más bien le atemorizaba.  

“En el barrio había músicos como Santos con una Samba pa ti igual a la de Santana y Joaquin, el baterista, que le enseñó a tocar. “La patria es la infancia”, es una de sus frases. La patria. Su primer concierto de su vida fue en el Centro Moral y Cultural de Poblenou,  cantando con un coro, pero durante el concierto no resistió la presión y se desmayó. Hay que saber gestionar el estrés, y todavía Manolo era muy joven.

Manolo García vendió más de cinco millones de discos, 50% como solista y la otra mitad en los tres grupos donde ha participado. Ha dado más de 1600 conciertos. Y su hit es la canción Pájaros de Barro. “Lo que ocurrió con aquel tema es un milagro”, dice. En esa canción se manifiesta bien claro  su condición de nómada. Y de poeta. Porque sus textos son potentes, tersos y emocionan. Sus textos son literarios. Y verdaderos.

Dice también que la música en su casa no existía, había sólo una radio con un altavoz donde la madre escuchaba novelas, y recién a los 16 años recibió un su primer tocadiscos. En Poblenou todos eran murcianos, andaluces, y la música llegaba del sur, copla española, flamenco, Antonio Molina, y también música americana, James Brown. En el barrio, dice, se escuchaba rumba, una rumba más racial que catalana. “Para mí Gato Pérez era la rumba, con todo el respeto a Peret y a los demás, que han aportado muchísimo a la rumba catalana y a la rumba que se hacía aquí, pero Gato Pérez tenía sus textos, la manera suya de escribir, su desparpajo, su humor, ese cinismo blanco, bien entendido… Y si no es rumba es Led Zeppelin, King Crimson, y los Módulos, y los Brincos.

el ultimo de la filaRecuerda con gran valoración a su grupo el  Último de la Fila. Para él era único, no había ninguno que se le pareciera. Un grupo que era un género en sí mismo, y es cierto. “Yo era un chaval del Poblenou y descubrí a Bowie, Hendrix, Dylan, unos tíos peludos que venían de lejos en un disco que me traía un colega y me dejaba patidifuso. Nací y me crie en un barrio de Barcelona, el Poblenou, y los barrios te enseñan mucho. Era un barrio obrero, con gente dura, sabia, de las que aprovechan su tiempo. Recuerdo de niño, en mi calle, jugar a los bolos en la calle sin asfaltar. Estábamos al final del barrio, cerca de la estación de tren de Poblenou, que algún gerifalte municipal debería purgar en los infiernos por haberla tirado. Fue la línea ferroviaria más antigua de España: Barcelona-Mataró. Se jugaba al fútbol o a bolos. Esa vida de barrio me ha enseñado mucho. Luego, pasaba los veranos en Albacete con mis primos y mis abuelos. Iba con el Sevillano, ese tren que tardaba 16 horas. Y estaba bien. La vida a 60 km/h está muy bien, a 150 km/h no. Yo lo he comprobado en carne propia. Cuanto más corro, menos vivo”.

Extraído de:

http://www.jotdown.es/2014/05/manolo-garcia-un-mecenazgo-cultural-institucional-es-intromision-y-es-manipulacion/ Publicado por Kiko Amat.

http://www.levante-emv.com/vida-y-estilo/gente/personajes/2015/02/21/antisistema-sistema/1229202.html Más que antisistema soy otro sistema.

http://www.levante-emv.com/vida-y-estilo/gente/personajes/2015/02/21/antisistema-sistema/1229202.html El País, Guillermo Abril

http://www.manologarciaycia.com/?p=11339 Manolo García, un músico de barrio