No queda ningún sobreviviente del siglo XIX en Poblenou, pero por algunos de sus testimonios parece que por aquellos tiempos la diversión era escasa.
Aunque tabernas y bares, algunos de muy mala reputación , eran el desahogo a 13 horas de trabajo de lunes a lunes. Porque los domingos se destinaban a limpiar y reparar las máquinas. Ocio poco, desde fines del XIX valencianos, catalanes, y aragoneses compartían el tiempo libre entre tabernas, toros, bares y playa, así era como los trabajadores se recuperaban a medias de su rutina. Y ésta vez el masculino es intencional, porque las mujeres ni tabernas, ni nada. Ya sabemos lo del trabajo invisible, de la doble jornada laboral, y que la casa es otra factoría y consume lo que poco de energía que va quedando.
En 1869 había en Sant Martí 99 tabernas, en 1877, 133, y así fueron multiplicándose sin que falte el billar, el juego y las apuestas, porque sólo un golpe de azar podía cambiar la pequeña vida de la mano de obra de Poblenou.
Pero no todo era bar y taberna: En Bogatell o Icaria de los 20 no faltaban los prostíbulos, y así lo dice el escultor Manolo Hugué: “Comiamos en Bogatell, en barracas infectas, pero a veces bien y barato. Era un barrio oloroso, infame, y Can Tunes, el representante más decadente”.
Los bares tenían mejor prensa, pero parece que allí iban solo los trabajadores calificados. En Sant Martí había 16, mientras las carreras de toros tenían una creciente popularidad. En 1885 el Casino del Trionf abrió sus puertas, y sobre Wad Ras su teatro exhibía “EL Gran Galeoto” obra de teatro del dramaturgo español José Echegaray y Eizaguirre. Su título procede del episodio de Paolo y Francesca de la Divina Comedia de Dante y es una exposición del autor sobre sus ideas acerca del teatro. Las funciones eran sábados y domingos y las sociedades recreativas ofrecían veladas literarias, musicales, pequeños conciertos y representaciones de opera. Existían las sociedades corales, las caramelles de la semana santa, Sant Joan y de Nadal. La fecha más antigua referente a la cantada de caramelles en la ciudad de Barcelona es de 1776, pero parece que las primeras agrupaciones no se organizaron hasta mediados del siglo XIX y no se generalizaron hasta 1880.
La Alianza de Poblenou y el Casino Colón eran importantes en la vida de los trabajadores, la mayoría de ellos enamorados de la zarzuela. Pero si algo mantenía la ilusión a tope de vecinos y vecinas era la Fiesta Mayor. Paralizaba al barrio durante tres o cuatro días y se disfrutaba como si no hubiera mañana. Hasta 1872 se celebraba en el día de Purísima, pero luego pasó a setiembre, como ahora. En el Poblenou sus protagonistas importantes eran los industriales y políticos cuya influencia se hacía sentir en el local de la Alianza.
En los Carnavales, había disfraces y bailes en la Alianza, el Cercle Recreatiu Martinenc, El Triomf, La Violeta, y las familias salían a las afueras de Barcelona para la celebración del entierro del carnaval.
Pero más allá de las fiestas mayores, la salida a la Font del Gat, y las procesiones, de carácter gratuito, la segunda revolución industrial se construyó la plaza de toros Monumental, los parques de atracciones y para algunos pocos el café en el Zurich, una buena terraza para arreglar el mundo, porque convengamos, siempre le hizo falta algún retoque.
A partir de la investigación de Teresa Miri Larrubia, Ocio en el Poblenou del siglo XIX