fotochueco 1El día de Sant Jordi resulta pequeño para celebrar tantas cosas buenas: como el amor y enamorarse, los libros, las rosas y el idioma. Y la derrota del dragón, sino no habría que celebrar, la princesa a salvo y su héroe valiente: patrón de estos lugares, con honra merecida.

Este día es tan generoso que hasta nos ha tocado a nosotros, horchateros sin más, celebrar la aparición de un libro, Barcelona,  nacido en vísperas, donde se nos menciona y se nos ilustra, a la par de los lugares emblemáticos de la ciudad. En un paseo que hacen el escritor Jaume Vidal y el ilustrador Pep Brocal, “por la arquitectura, anécdotas y tradiciones más populares y también por los rincones más escondidos”, y las infaltables Ramblas, obras de Gaudí y Cerda, mar, museos, parques y tapas, hay un alto bondadoso en nuestra horchatería y sus horchatas. Sorpresa que sólo se interpreta como un regalo de Sant Jordi.

fotochueco 2Algo tiene esta horchatería centenaria de Poblenou, sin dudas, que ni siquiera nosotros llegamos a descubrir. Algo que hasta a nosotros nos asombra. Algo tan grande que hace que unos y otros viajemos por esa autopista de ida y vuelta de cariños mutuos, donde se comparte memoria y pequeñas historias, y el habernos visto vivir a lo largo de un siglo, y si no nos vimos, nos lo contaron. Porque esto viene de bisabuelos, de abuelos, de padres y madres, de hijos, nietos y bisnietos. Esto es orgullo de barrio.

Esto, amigos y amigas, hace que la horchata nuestra de cada día tenga ese sabor tan rico. Y que en el obrador cada mañana las chufas bailen de alegría. Palabras de un duende que andaba por ahí.